Reflexiones sobre Cara a cara con el planeta de Bruno Latour.
La crisis climática ha hecho que nos planteemos de nuevo el concepto de qué es naturaleza. Hasta el siglo XX, el ser humano y la naturaleza eran dos conceptos separados. Existía la dicotomía salvaje/humano que colocaba a nuestra especie en un lugar en el mundo separado de los demás seres vivos. Para entender a la humanidad como la cumbre la de creación, como cúspide de la pirámide de la naturaleza, era necesario considerarnos diferentes a los animales y contraponernos a ellos: es la cultura la que nos hace distintos y superiores a la naturaleza salvaje.
Durante milenios hemos ido interviniendo en la naturaleza para acercarla a nuestros ideales y domarla, culturizarla. Pero, lo que hasta el siglo XIX habían sido intervenciones que podíamos tildar de superficiales y, de alguna manera reversibles (talas, modificaciones de cauces fluviales, ganancias de tierras a los mares…) en la actualidad se han convertido en estructurales y definitivas al alterar los ciclos biológicos y ecológicos. En estas intervenciones hemos variado lo que antes entendíamos por naturaleza, lo que era distinto a lo humanizado y que tenía sus propias leyes y ciclos que la regían sin intervención humana. La diferencia fundamental es que, en las anteriores, se controlaba de forma más sencilla la evolución de las mismas, pero en las alteraciones postindustriales, los cambios que se producen generan a su vez otros de difícil predicción y control.
El concepto actual de mundo es mucho más abierto que el de mundo natural anterior, porque, al alterar la naturaleza e intervenirla es más difícil separarla de la cultura y nos vemos incluidos en ella. La naturaleza ha perdido su capacidad de equilibrar, de pacificar y, lo que antes era un atractivo y pacífico mundo salvaje y puro, ahora se percibe como una amenaza contra nuestras formas de vida. El concepto actual de mundo es mucho más abierto que el de mundo natural anterior, porque, al alterar la naturaleza e intervenirla es más difícil separarla de la cultura y nos vemos incluidos en ella. La naturaleza ha perdido su capacidad de equilibrar, de pacificar y, lo que antes era un atractivo y pacífico mundo salvaje y puro, ahora se percibe como una amenaza contra nuestras formas de vida. Esta naturaleza humanizada actual está tan influida por todo lo que hacemos que se vuelve hostil, devolviéndonos el reflejo de nuestros actos y cuestionándonos la sostenibilidad de nuestros sistemas al amenazar con el colapso. Para Latour, hemos entrado en una época post natural e, incluso, post humana porque nuestra relación con lo que nos rodea a cambiado radicalmente. Ya no vivimos en el Holoceno sino en el Antropoceno, una era de velocidad vertiginosa en la que las modificaciones realizadas por la intervención humana son patentes y reconocibles. Por eso el filósofo habla del fin de la naturaleza, porque una vez que se ha intervenido de manera tan profunda sobre ella ya no es natural y pura sino un nuevo concepto mestizo.
Además, la frase del fin de la naturaleza expuesta en un escenario de catástrofe ambiental como el actual tiene también la posibilidad de ser leída de manera literal. Los fenómenos meteorológicos extremos asociados al cambio climático, la pérdida de biodiversidad, el aumento de los gases de efecto invernadero, la proliferación de enfermedades debidas a la zoonosis… ponen en peligro real los espacios naturales del planeta y nos advierten sobre ese fin de la naturaleza. Y, al pensar en el fin de la naturaleza, pensamos también en el de la humanidad ya que es imposible separar nuestro destino del de ella.
Fuente
Latour, B; Cara a cara con el planeta: Una nueva mirada sobre el cambio climático alejada de las posiciones apocalípticas Siglo XXI editores 2019
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