La escritura es una de las herramientas creadas por los seres humanos con mayor capacidad de cambiar las actitudes cognitivas. Se trata de una tecnología basada y utilizada principalmente para transmitir información, pero no es solo eso. Tiene una relación directa con el conocimiento porque plasma en signos abstractos los esquemas de comprensión del mundo de esa cultura. No es un vehículo pasivo, si no que influye en la manera en la que las personas se relacionan con los contenidos que transmite y afecta a los propios contenidos. Este es el caso de su uso como fuente en la historia, por ejemplo, pero también el peso de la propia historia de la escritura puede enseñarnos cómo se ha construido el conocimiento en las distintas épocas y con los distintos lenguajes escritos. Pero hay que pensar también que cada forma de escritura proporciona una información y una concepción del mundo distintas. No es igual el mundo del que parte una escritura cuneiforme o jeroglífica plasmada sobre piedra o tablillas de arcilla que el de un sistema lingüístico alfabético que se escriba en pergamino o en libros impresos con los que el conocimiento se democratice. De hecho, la importancia de los libros como objeto cognitivo es fundamental ya que se convierte en un mediador imprescindible porque explica el conocimiento en los textos que contiene y, además, lo replica e, incluso, responde y revisa a otros textos con otras visiones del mundo. Con la expansión de los textos escritos la experiencia del conocimiento cambia porque lo que en ellos aparece se convierte en sustituto del mundo real. Este aspecto aún es más acentuado en la escritura digital, donde el mundo exterior desaparece para ser suplantado por uno nuevo, el digital, al que constantemente se le suma nueva información.
Annette Laming-Emperaire fue una arqueóloga francesa de origen ruso que realizó investigaciones innovadoras y trascendentales para estudiar el significado del arte paleolítico. También dedicó gran parte de su vida a la prospección arqueológica de Sudamérica descubriendo en 1975 el fósil humano más antiguo del continente. Nació en Petrogrado, actual San Petersburgo, en octubre de 1917, en pleno estallido de la revolución rusa. Su familia huyó de allí hacia Francia donde se establecieron en París. Annette empezó a estudiar filosofía y biología en la universidad hasta que la Segunda Guerra Mundial le impidió continuar sus estudios. Durante la contienda, se dedicó a la enseñanza y entró en la Resistencia para luchar contra los nazis. Se fue a Alemania para colaborar en la ayuda a los prisioneros en los campos de concentración y allí estaba cuando terminó la guerra. Cuando volvió a París se matriculó de nuevo en la Sorbona, pero esta vez para estudiar arqueología. En 1946 entra a formar p
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