Cierro el grifo del agua al enjabonarme pero no parece suficiente. Seco mi ropa al viento pero no parece suficiente. Voy andando y me muevo en autobús pero creo que no es suficiente. Siempre llevo una bolsa de tela pero creo que no es suficiente. Apago las luces cuando no estoy en un cuarto pero creo que no es suficiente. Mi móvil tiene más de cuatro años pero creo que no es suficiente. Uso, uso y vuelvo a usar todo lo que tengo y lo reparo antes de tirarlo pero creo que ni así es suficiente. Compro cerca de mi casa productos Km 0 pero no siento que sea suficiente. Solo pongo la calefacción si es necesario pero no siento que sea suficiente. Voy con mi botella reutilizable a cuestas pero no me parece suficiente. Separo las basuras pero nunca siento que sea suficiente. Como más verduras que carne pero siento que no es suficiente. Ya no me compro ropa pero sé que no es suficiente. Uso el papel por las dos caras pero ya no es suficiente. Odio los microplásticos. Odio el CO 2 . Odio los a
La llama de la antorcha iluminaba el espacio con sombras bailonas. El pasadizo se hacía más angosto por momentos y las dos paredes rozaban ya sus hombros. Cuando lo recorrió por completo llegó a un lugar más amplio en el que cabían varias personas, pero no se quedó allí y se dirigió hacía una abertura en la roca. Apoyó la antorcha en las piedras preparadas para eso y sacó de su zurrón de piel la bolsa con el tuétano envuelto en hojas. Rellenó la piedra que solía servirles de lámpara con el tuétano y lo prendió. Alumbrándose con la lámpara penetró a gatas en la grieta hasta llegar al camarín, una sala de algo más de altura y en la que cabían tres personas sin dificultad. Fue paseando la luz por las manos que cubrían la roca. Algunas eran manos rojas marcadas después de pintarse la palma, otras eran espacios rodeados de pigmento rojo. Pensó en todas las personas de generaciones anteriores que habían estado allí antes que ella haciendo lo mismo que ella iba a hacer ahora. Tomó aire, se se