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Fast and furious científico


En el acelerado mundo en el que vivimos el refrán que dice "la paciencia es la madre de la ciencia" parece estar fuera de lugar. Las prisas nos ganan en cualquier terreno, incluso cuando hablamos de comunicación científica.

Las publicaciones científicas ven la luz después de un trabajo de investigación que puede haber llevado meses o incluso años. El proceso de publicación de los papers con las conclusiones en las revistas científicas es largo y complejo ya que tienen que pasar por una ineludible revisión por pares, esto es, que otras personas expertas en el mismo campo evalúen y comenten el trabajo para decirle a la revista si lo consideran publicable o no. Es un filtro un poco perverso, ya que pueden influir en esta revisión los conflictos de intereses o las rencillas personales entre colegas, pero que ha funcionado durante mucho tiempo como un filtro que aporta un marchamo de calidad a lo publicado por las revistas.

Antes de que los artículos se publiquen, las revistas suelen enviar a los medios y las agencias notas de prensa con el contenido de los papers que facilitan el acceso a la información científica a las personas no especializadas y que facilita la difusión mediática de las investigaciones. Pero revistas científicas de referencia hay pocas y medios de comunicación muchos y están ávidos de noticias novedosas, llamativas y de posible alcance. También en el mundo científico hay muchos equipos de investigación que quieren publicar sus conclusiones pero sus trabajos no son aceptados por las revistas o bien, ni siquiera quieren enviarlos ya que solamente entre un 5% y un 10% de los que se presentan son aceptados.

Para intentar que más publicaciones científicas puedan ver la luz y estén disponibles existen unos repositorios en los que se pueden encontrar artículos que no han sido validados aún por pares, son los llamados preprints. Estos artículos están disponibles en abierto por lo que son una gran fuente de información de la que suelen nutrirse los medios de comunicación para elaborar artículos científicos. El gran número de materias que se pueden encontrar y la inmensa diversidad de los estudios que albergan esos repositorios hace que sea fácil encontrar algo llamativo, noticiable y novedoso entre tanto material. Pero ¿cómo se puede comprobar la validez, rigurosidad y calidad del estudio con un preprint que no ha pasado por una revisión de pares? Esto puede resultar un problema.
En enero de 2021 un equipo de investigación indio subió a un repositorio un artículo en el que hablaba de que el coronavirus y el virus del VIH tenían secuencias genéticas bastante similares y, según se podía interpretar por el lenguaje utilizado, esta coincidencia podría deberse a alguna manipulación y no a la naturaleza. En pocas horas la comunidad científica reaccionó ante la escasa consistencia de los argumentos de los autores y el repositorio tuvo que insertar un banner en todos los artículos que se referían al coronavirus en el que llamaban a usar el contenido con precaución por parte de los medios de comunicación. Horas más tarde, los propios investigadores retiraron el artículo del repositorio para corregir. A pesar de que la repercusión científica del artículo fue ínfima y, además, negativa, su alcance mediático fue tremendo en redes sociales y se escribieron también más de 56 noticias basadas en él.

Del caso de este artículo se pueden extraer varias conclusiones que atañen tanto a las personas que se dedican a la investigación y publicación de trabajos científicos como a aquellas que trabajan en medios y que difunden estos artículos. La primera sería que la prisa por buscar una noticia de impacto puede hacer que se evite comprobar y corroborar que la información que se va a publicar es cierta y confiable. Esto iría en contra de todo buen hacer periodístico y desvela el poco celo de algunos profesionales que prefieren el impacto al rigor. En el otro extremo se encontrarían los investigadores que dieron la voz de alarma sobre el artículo y que llevaron a su retirada. La revisión por pares se realizó en este caso de forma abierta y muy rápida y funcionó para lograr la retractación. Los papers que se publican en revistas a pesar de que todos ellos pasan por la obligatoria revisión también pueden ser refutados posteriormente a su publicación y son frecuentes las retractaciones. A parte de todo esto, la idea final que nos deja este caso es que no los artículos más relevantes y de mayor calidad científica son los que tienen más atención mediática sino los más “noticiables”.

Publicar en revistas es caro y laborioso y las suscripciones para poder acceder a ellas también son caras por lo que los repositorios de artículos no publicados son útiles tanto para profesionales del periodismo como de la ciencia. La tendencia a que cada vez la ciencia sea más accesible y abierta para todo el mundo pide que quienes vayan a hacer uso de estos conocimientos estén cada vez más formados, ya sean meros ciudadanos o profesionales del periodismo y esto aún es una asignatura pendiente. Mientras no se logre crear esta masa crítica fuera del ámbito científico es posible que un caso como el de este paper pueda volver a suceder.

Voy a cerrar el artículo como lo he empezado, con otro refrán: "Las prisas son malas consejeras" también en ciencia y periodismo.

Delgado López-Cortazar, e; Martín-Martín, A. La viralidad de la ciencia defectuosa: el contagioso impacto mediático de un preprint en bioRxiv sobre el coronavirus y sus efectos en la comunicación científica. marzo 2020.

Alonso Arévalo, J; Lopes, C. El papel transformador de los preprints en la aceleración de la comunicación científica. Gredos.usal.es

Delgado, A. Tasas de aceptación y rechazo. 2017 Revista comunicar

Pérez, J.I; Sevilla, J; Los males de la ciencia 2022 Next Door

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