Durante toda su historia nuestro planeta ha experimentado numerosos cambios climáticos que han ido desde periodos extremadamente fríos en las distintas glaciaciones a periodos más cálidos como el que coincidió con el origen del neolítico en el Creciente fértil. El estudio de la climatología en la actualidad no tiene mayor dificultad gracias al desarrollo de instrumental tecnológico que puede realizar unas mediciones muy precisas. Estas mediciones nos dan datos objetivos de que la temperatura y la composición de los gases de la atmósfera está cambiando muy rápidamente en los últimos decenio. Pero, ¿no habíamos dicho que esto ya había pasado antes? ¿Estamos ante un fenómeno natural? Para poder saberlo es necesario investigar y buscar pruebas. La disciplina científica que estudia el clima del pasado se llama paleoclimatología y utiliza distintos métodos. Uno de ellos es la paleo dendroclimatología, el estudio de los anillos de los árboles fosilizados.
Los árboles vivos más antiguos del planeta son dos especies de pinos que viven en California con los que se ha podido establecer una datación de hasta 8.000 años de antigüedad. En los distintos anillos se puede estudiar el régimen de lluvias, los años más cálidos o más fríos, Además, se pueden analizar los anillos con distintos isótopos de carbono 12/13 y oxígeno 16/18 o hidrógeno/deuterio que nos aportan mayor precisión en las mediciones. Estos estudios más avanzados están en plena expansión y se han desarrollado muchísimo en las últimas décadas.
En varios lugares de la Tierra existen bosques fosilizados. Uno de estos bosques está en el norte de Nueva Zelanda, en una zona de humedales llamada Ngawha. Allí, hace 42.000 años crecía el kauri, una especie de conífera que aún hoy pervive en la zona. Un ejemplar muy bien conservado de esta especie se encontró enterrado y semi fosilizado. Como su estado de conservación era muy bueno un equipo de investigación estudió sus restos con radiocarbono y sus anillos y pudo determinar con gran precisión una datación muy precisa de distintos factores climáticos. Estos se pueden comparar con otros restos fósiles como los núcleos de hielo para ratificar los resultados.
De lo analizado en este espécimen de kauri se puede determinar con precisión que hubo una inversión en el campo magnético terrestre* cuando este ejemplar vivía. Esta inversión produjo cambios ambientales como una disminución de la capa de ozono y un aumento de la radiación ultravioleta que dió lugar a una ionización de la atmósfera y, cómo consecuencia, hubo auroras boreales que se pudieron ver por todo el planeta.
*Estas inversiones ocurren cada 25.771 años y forman parte de los ciclos de Milankovic que tienen gran influencia en las oscilaciones climáticas.
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