Como a mucha otra gente me encantan las series. De la misma manera que me encanta la literatura, seguir una buena historia en la televisión a través de una serie es uno de mis grandes placeres. Me gusta ver cómo se desarrollan las historias, como crecen los personajes y descubrir ecos y guiños en ellas. Muchas veces me inspiran, me hacen pensar o me hacen buscar información sobre cosas de las que tratan. Hace más de 10 años el periódico británico The Guardian publicó un artículo en el que ligaba el gran aumento de matriculaciones en los estudios de Física al éxito de la serie The Big Bang Theory. Algo similar había ocurrido unos años antes con la popularidad que alcanzaron los estudios criminalísticos tras el éxito de la serie CSI. Otras series como Black Mirror, Dark, Stranger Things o Expediente X tienen también muchos episodios basados en elementos científicos que utilizaban más o menos fielmente o totalmente distorsionados para recrear o afianzar la trama. Soy de las que a veces veo cosas en una serie y me las apunto para investigar sobre ellas, así he aprendido cosas interesantísmas y que suelen dar mucho juego en las tertulias con los amigos y la familia. Los Simpsons siempre han dado mucho juego, pero Futurama aún daba más.
Cando empezaron a programar la serie Futurama los sábados al mediodía, justo antes de que emitieran Los Simpsons enseguida me enganchó la historia del pizzero criogenizado que despierta 30 años después en un mundo en el que todo parece distinto y como se va adaptando a su nueva vida ayudado por el robot alcohólico y fumador Bender, por la cíclope Leela y por el profesor Hubert y su mascota gárgola. Aparecían en ella muchos conceptos científicos, algunos fácilmente relacionables pero otros mucho más sofisticados e incluso poco identificables para el público corriente. Era una serie de humor para adultos de dibujos animados ¿Qué tenía que ver con la ciencia? Cuando Matt Groening formó el equipo de guionistas para su nueva serie tras Los Simpsons contó con algunas personas que ya habían trabajado con él, guionistas con gran capacidad para la creación de historias entretenidas y sofisticadas, con alusiones cultas a cuestiones científicas porque eran titulados e incluso doctorados en Física, Matemáticas o Informática. Así, la serie de ciencia ficcción podía discurrir facilmente en dos planos, uno para cualquier tipo de públicos con una trama divertida e irónica y otro más culto, con alusiones constantes a problemas matemáticos sin resolver, al principio de incertidumbre las botellas de Klein o las cintas de Moebius. Las referencias a las matemáticas en la serie son constantes, desde códigos binarios que si los ves reflejados en un espejo te dan el número de la bestia 666, hasta juegos de palabras con el número π, o menciones a los problemas P y N-P. y la teoría computacional.
El Teorema de Keeler o teorema de Futurama
Pero sin duda, lo más transcendente desde el punto de vista científico de esta serie ha sido el enunciado y resolución en un mismo episodio del llamado teorema de Keeler o de Futurama. En el 10º episodio de la 6ª temporada, 10 personajes se intercambian los cuerpos por parejas, pero se da la paradoja de que es un intercambio que solo puede realizarse una vez con cada pareja por lo que, una vez intercambiados, ya no podrán volver a sus cuerpos originales. Se trata de un problema de permutaciones que aparece correctamente enunciado en pantalla y también correctamente desarrollado y solucionado. Para poder devolver a cada personaje su cuerpo original hará falta que aparezcan en escena dos jugadores de baloncesto de los Globetrotters que serán quienes solucionen el problema. Lo extraordinario no es que aparezca un problema enunciado, desarrollado y solucionado correctamente en una serie, sino que el guionista haya creado este llamado teorema que lleva su nombre, Keeler, expresamente para ser parte del guion de una serie de animación. Esto hecho ha contribuido en gran manera a que Futurama se considere una serie de culto dentro del ámbito científico y sea una de las preferidas de los frikis científicos y geeks.
1729, el número de Hardy Ramanujan
Este es el número natural más pequeño que puede ser expresado como la suma de dos cubos positivos de dos formas diferentes. En la serie aparece un Universo 1729, el número de serie de la nave Nimbus era el BP-1729, Bender es el hijo número 1729 de un brazo mecánico...solo los iniciados en matemáticas podían entender los guiños a este número natural, que aparecen de forma reiterada en varios episodios de la serie.
Nada se dejaba al azar en esta serie, la combinación entre unas mentes científicas brillantes y con gran capacidad narrativa lograron que aún hoy, casi veinte años después nos sirva de inspiración de cómo entretener, divertirse y divulgar ciencia de forma rigurosa. Y es que eso de que la letra (o la ciencia) con sangre entra es un completo error, como demuestra esta serie, las mates con dibujos entran.
Por cierto, aviso para nostálgicos: la serie mantiene su gracia e incluso tiene momentos "clarividentes", 😊 Merece la pena volver a echarle un vistazo.
Cuevas, D. Futurama y las matemáticas; Jot Down
Futurama; Blog Matemáticas en tu mundo
Futurama y el teorema de la inversión; ABC ciencia
El teorema de Keeler, permutaciones y Futurama; Blog de Álgebra Básica
El teorema de Futurama: un ejercicio matemático real dentro de la serie; FayerWayer
Del Amo, I. Series que te acercan a la ciencia. El País/Materia
Comentarios
Publicar un comentario