Uno de los rasgos que define a una población son sus hábitos alimentarios. Una de las mayores aportaciones del imperio romano a los pueblos que conquistaba era la introducción del cultivo denominado la triada mediterránea, la vid, el trigo y el olivo, que han conformado la base de la dieta mediterránea que aún conservamos como uno de nuestros mayores tesoros culturales y que aporta cierta unidad a todos los países de la cuenca mediterránea. Si venimos más cerca y pensamos un poco en cada zona de este país a cada una le podemos adjudicar un alimento típico: desde el chorizo de Pamplona a la paella valenciana pasando por la mantequilla de Soria, el cocido madrileño, la morcilla de Burgos, el pescadito frito andaluz o el plátano de Canarias. Productos que para nosotros son tan normales pero que para un habitante de otro lugar del mundo pueden resultar repugnantes porque nunca los habían considerado un alimento.
Para la mayor parte de los habitantes de Europa hablar de insectos es hablar de plagas, de molestias, como mucho de biodiversidad y polinización, pero muy pocos asociarían insecto con alimento. Esto no es así en lugares de África o Asía o sin irnos tan lejos en México donde les encanta comer chapulines (saltamontes), escamoles (larvas de hormigas) o chinicuiles (larvas de mariposa).
Recuerdo una vez hace años en una comida campestre con los amigos una hormiga entró en la ensaladera y, ante los intentos de una amiga por sacarla, otro compañero dijo: "Déjala, más proteína" y dio un bocado a la hoja de lechuga con hormiga y todo. Lo que en aquel momento nos pareció una excentricidad puede convertirse en unos años en algo habitual en nuestra alimentación. Dentro del Reglamento Europeo sobre nuevos alimentos se admite que los insectos puedan formar parte de nuevas categorías de alimentos lo que permite a las empresas solicitar la autorización para comercializar bien insectos enteros o partes en distritos formatos o alimentos que los contengan entre sus ingredientes.
Pero, esto de comer insectos ¿es solo una moda exótica o tiene alguna ventaja? En realidad tiene varias ventajas que deberían ser tomadas en cuenta según la FAO.
- Son unas fuentes excelentes de proteínas de alta calidad y de energía y, en general aunque los valores varían dependiendo de la especie, poseen altas cantidades de ácidos grasos mono y poliinsaturados, aminoácidos como para cubrir las necesidades y son ricos en minerales y vitaminas.
- Son más baratos en general que las proteínas animales y más sencillos de producir a gran escala por lo que podrían ser una de las soluciones en hambrunas.
- Su consumo es muy seguro ya que el riesgo de contraer enfermedades zoonóticas es muy reducido.
- Los beneficios para el medioambiente son elevados en comparación con la ganadería ya que consumen muy poca agua y suelo, no necesitan energía para calentarlos al ser de sangre fría, la transformación en alimento es muy eficiente y las emisiones que genera son reducidas.
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