Ya he tratado el tema de los alimentos funcionales en el anterior post "Mi desayuno. De desayuno tradicional a desayuno funcional" y ahora vamos a desvelar un truquillo del que se valen las empresas alimentarias para hacernos creer que los alimentos enriquecidos tienen beneficios suplementarios, incluso aunque no sea exactamente así.
A diferencia de lo que ocurría en otros lugares como Japón, que contaban con un reglamento sobre alimentos funcionales ya desde los años 80, en Europa tuvimos que esperar a 2012 para que la EFSA pusiera en marcha un reglamento por el que si una empresa quería etiquetar su alimento con una alegación saludable debían presentar información científica de estudios de intervención en humanos amplios, de observación en humanos en los que aparecieran las cohortes, casos-control y transversales y otros estudios, también en humanos, sobre los mecanismos que pueden originar el efecto que se quiere promocionar, estudiando la biodisponibilidad del elemento. Además, se tienen que presentar otros estudios, estos en animales, sobre absorción, distribución, metabolismo o excreción del alimento, entre otros y datos de muestras in vitro y ex vivo basados en el mecanismo que puede originar el efecto declarado. De las 44.000 solicitudes presentadas entre 2006 y 2012 tan solo se aprobaron 222 lo que llevó a que se autorizaran una serie de sustancias, sobre todo vitaminas y minerales, además de algunos sustitutos del azúcar, algunas fibras, cultivos de bacterias, polifenoles y algunos alimentos concretos como el agua, el pescado, la carne o las nueces, entre otros. Para rechazar tantas propuestas, la EFSA se basaba sobre todo en que, a pesar de que existían muchos estudios en revistas científicas, son escasos los realizados en humanos por lo que, aunque la mayor parte de estos productos está demostrado que su consumo es seguro lo que no está probado es que sea beneficioso o tenga el efecto que quieren publicitar.
Pero ya se sabe que, puesta la ley, puesta la trampa y las empresas alimenticias han aprendido a hacernos creer que estamos consumiendo productos con unos determinados beneficios pero que, en realidad, no difieren de los alimentos naturales en los que se encuentran esos elementos normalmente. La forma que tienen de hacerlo es poniendo el ingrediente pretendidamente beneficioso pero no aprobado por la EFSA junto a otro si aprobado pero que no tiene tanto reclamo para los consumidores en un porcentaje del 15% de la CDR, que es lo que la propia agencia determina que deben llevar los alimentos para publicitarlos con esos beneficios. Vamos a verlos en un par de ejemplos encontrados en el supermercado.
El primer ejemplo que vemos es una caja algo que identificamos como leche que nos dice que tiene omega 3 que nos ayuda a cuidar el corazón pero no solo, si no que también es beneficiosa para la tensión, el colesterol, las arterias, las células y la fluidez de la sangre ¡casi nada! Si le damos la vuelta a la caja vemos como nos explica qué va a hacer esta bebida por nosotros, de nuevo aparece el asterisco, pero ninguna nota que se refiera a qué quiere decir y si, cuando explica qué componentes actúan sobre los distintos beneficios encontramos una llamada (2) al mencionar el Omega 3 y su bondad para el corazón, pero la nota explicativa con ese (2) no está en este lado de la caja.
Ya con el gorro de detective puesto, miramos en los laterales a ver si encontramos la nota referida al asterisco y a ese (2) y ¡claro! si hay una nota 2 ¡tiene que haber una nota 1! Esto cada vez se vuelve más complicado de entender. Vamos a probar suerte con los ingredientes y con la tabla de valores nutricionales a ver si nos aclaramos un poco entre tanta letra.
Al mirar los ingredientes se va haciendo poco a poco la luz. No es una leche, sino una "bebida láctea con ácidos grasos Omega 3 y oléicos, vitaminas y extractos vegetales" La base es una leche desnatada a la que se le han agregado aceites vegetales, de pescado y vitaminas entre otras cosas. El aporte de Omega 3 que tiene es de 0,055g por 100 ml y, siguiendo la nota (2) que, al fin, aparece en este solapa, la ingesta mínima diaria para obtener un efecto beneficioso es de 250 mg, por lo que tendríamos que beber medio litro de esta leche diariamente. Esto de poner lo que contiene en gramos y la recomendación diaria beneficiosa de ese mismo producto en miligramos es ir un poco a pillar al consumidor que tiene que empezar a quitar ceros y correr comas para saber cuánta leche de esta tiene que beberse al día. Nota de interés: una sardina tiene unos 2g de Omega 3, casi la recomendación diaria completa.
En este lado al fin encontramos la nota 1 cuando la marca nos dice que nos dan "un extra de salud" y nos lleva a leer que la leche es fuente de calcio, que es necesario para mantener los huesos sanos.
En resumen, en este caso más que la estrategia del asterisco han usado la de marear la perdiz y la desinformación. Hay tanta información repetida, o más bien, dicha de maneras distintas y algo enrevesadas en todo el paquete que no sabemos si después de beberla habremos mejorado nuestra salud cardiovascular, pero entretenidos habremos estado un rato. Estoy casi segura que con un vaso de leche entera sin enriquecer, una sardina y unas nueces, por ejemplo, los beneficios serían incluso mayores, eso si, tanta lectura y tanta búsqueda de los asteriscos nos ha mantenido el cerebro bien activo.
En este segundo caso no ocurre como con la leche, aquí ni siquiera hay asterisco, pero si un ingrediente con beneficios no admitidos por la EFSA que se contagia de las bondades de sus compañeros. es el caso del colágeno que aparece junto al magnesio y la vitamina D en estas infusiones.
Este es un paquete de una infusión que se llama ya directamente Multinfusión articulaciones y dice que es una "ayuda con magnesio y vitamina C". Tanto la vitamina C como el magnesio están admitidos por la EFSA como sustancias que contribuyen al mantenimiento adecuado de nuestro aparato musculo esquelético y en esta infusión aparecen en un 15% de la cantidad diaria recomendada por lo que pueden alegar estos beneficios. El problema que le encontramos es que incluye también el colágeno hidrolizado y dice que es un remedio tradicional, junto con la corteza de sauce y la ortiga, para el tratamiento del dolor articular menor. No se han aportado pruebas suficientes de que esto sea así pero, en el caso de esta etiqueta, queda diluido entre los verdaderos beneficios autorizados. Por otro lado, tanto el magnesio como la vitamina C los tenemos perfectamente cubiertos por la dieta normal según los estudios y no es necesario tomar complementos de refuerzo.
Así que, visto lo visto, más nos vale mirar bien las etiquetas y saber qué en la mayoría de los casos, los beneficios prometidos en esos alimentos, los podremos conseguir de forma más sencilla y, por supuesto, mucho más barata tomando los alimentos que los incluyen naturalmente.
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