Hace un poco más de una década, en 2009, apareció una nueva variedad de gripe en México que se extendió con rapidez. Se trataba de un virus el A(H1N1) de origen zoonótico que se transmitió de los cerdos a los humanos y que podía causar infecciones graves e incluso la muerte. A primeros de abril de 209 se identificó en México y EEUU y para finales de ese mismo mes ya había llegado a España. El 11 de junio de 2009, el nuevo virus de la gripe fue declarado pandemia por la OMS lo que significaba que la transmisión entre humanos se había registrado en múltiples regiones y era necesario constituir un frente común entre los países afectados para intentar frenar la expansión de la enfermedad. Esta primera ola de la infección ocurrió en primavera-verano en el hemisferio norte, un momento en el que las gripes estacionales no suelen atacar pero esta lo hizo con fuerza y rapidez, llegando a los 120 países con casos confirmados para agosto de 2009. Para frenar los contagios se impusieron medidas de higiene y control: en algunos aeropuertos se tomaba las temperaturas a los viajeros, se recomendaba el mantenimiento de distancia de seguridad, evitar compartir vasos, cubiertos y alimentos y la desinfección de materiales que se usaban frecuentemente por varias personas. Intentar, además, conocer de antemano cómo iba a evolucionar la pandemia se presumía un factor determinante para poder luchar contra ella. Para ello, los científicos utilizaron de manera generalizada el factor R0, el número reproductivo básico. Con este número se estima la velocidad con la que una enfermedad puede propagarse en una población.
Desde los años 90 ya se estaba utilizando el cálculo de este parámetro de manera amplia para estudiar la transmisión de enfermedades pero se generalizó durante los primeros años del siglo XXI con la gripe aviar y, después, con la gripe porcina. El índice R0, que nos indica el número promedio de personas a las que infecta un individuo contagiado, se puede calcular utilizando un método ya conocido para el estudio de las enfermedades infecciosas que es el modelo SIR que fue desarrollado y mejorado durante la primera mitad del siglo XX y parte del estudio de los tres grupos de población que pueden existir en una epidemia: las personas susceptibles de contagiarse (S), las infectadas (I) y las recuperadas (R). en este último grupo se incluyen también a las fallecidas por la enfermedad ya que se trata de contabilizar las personas "no contagiables". Estos tres grupos en conjunto suman el total de la población, pero los porcentajes de cada uno de ellos va variando según evoluciona la epidemia. Este modelo se visualiza en curvas de esta manera.
En septiembre de 2010 la OMS dio por finalizada la pandemia, confirmando que, aunque el virus no había desaparecido ni lo haría probablemente en los próximos años, su evolución epidémica se había controlado tras el uso de la vacuna y el número de recuperados. Con el transcurrir del tiempo se ha constatado que la infección no tenía tanta mortalidad ni virulencia como se sospechaba y como su número reproductivo básico ya venía estimando y que no era más grave que la gripe común. En el caso de la gripe común o estacional su R0 estimado es de 1,3 y en la primera ola de la gripe A (H1N1) el número reproductivo básico era muy parecido, pero durante la segunda ola, que comenzó en septiembre de 2009 los valores se elevaron en algunos momentos hasta 1,61 en nuestro país por lo que se recomendó a la población el aislamiento preventivo en el caso de presentar síntomas. Y es que este parámetro varía mucho si se adoptan medidas, sobre todo de reducción de interacciones con otros individuos ya que si la persona infectada se mantiene aislada, el virus no puede propagarse y el índice será menor de 1 (1 persona infectada y 0 personas a las que contagia) lo que nos llevaría al final de la epidemia. Justamente de eso hablamos, de reducir el número reproductivo básico cuando hablamos de aplanar la curva y la única manera que sabemos que es completamente eficaz para lograr que un virus no se expanda es que no encuentre individuos a los que contagiar y esto solo se logra con el aislamiento de las personas infectadas.
FUENTES CONSULTADAS:
Lorena Simón Méndez, Salvador de Mateo Ontañón, Amparo Larrauri Cámara, Silvia Jiménez-Jorge, Josep Vaqué Rafarty Santiago Pérez Hoyos, en representación del Sistema de Vigilancia de Gripe en España (SVGE): Trasmisibilidad y gravedad de la pandemia de gripe A (H1N1)2009 en España
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