Ir al contenido principal

Microbios con nombre y apellidos

 A los seres humanos nos encanta catalogar y poner nombres. Es una forma estupenda de sentir que se controlan las cosas, que se sabe qué son. Lo hacemos con todo. Cada persona tiene, dependiendo de en la cultura en la que viva, un nombre que sirve para colocarla dentro de un grupo determinado de esa sociedad. Por nuestros nombres y apellidos se puede saber de dónde provenimos y quienes son nuestros familiares. Aquí, por ejemplo, seguimos un uso de apellidos familiares: todas las personas que llevan el mismo apellido provienen de una misma familia original. En otros lugares y momentos como en la Suecia del siglo XVIII los apellidos se formaban según el sistema patronímico que consiste en llamar a las hijas e hijos con el nombre del padre y un sufijo masculino (-son) o femenino (-dotter) detrás. Si el padre se llamaba Anders los hijos tendrían por apellido Andersson y las hijas se apellidarían Andersdotter. Pero, ¿por qué te cuento esto si quiero hablar de microbios? Pues porque para conocer la historia de nuestro héroe tiene cierta importancia. 

En la primavera de 1707 nació en Suecia el creador de la taxonomía por la que aún hoy ponemos nombres y apellidos a todo bicho viviente, Carlos Linneo. El padre de Carlos era un pastor luterano muy aficionado a la botánica y fue el primero de su familia que adoptó un apellido familiar y no siguió con el uso del tradicional patronímico. El pastor eligió una latinización del nombre en sueco del tilo (lind) como apellido familiar por lo que nuestro futuro científico en vez de llamarse Carlos Nilsson (Nils era el nombre de su padre) se llamó Carlos Linnaeus.

                                                    Carlos Linneo, relajado después de haberse paseado por su jardín oliendo los tilos en flor.

Linneo continuó desde pequeño con la afición por la botánica de su padre y realizó expediciones en las que clasificó plantas, rocas y animales y escribió un abuena colección de libros científicos llegando a ser considerado uno de los científicos más importantes de su época. Pero por lo que ha pasado a la historia es por su capacidad para ordenar y poner nombres, Es el creador de la taxonomía que aún hoy en día usamos para organizar a todos los seres vivos. La taxonomía es un sistema de clasificación compleja que estudia la relación de parentesco entre las distintas especies o taxones.

Todos los seres vivos se clasifican según este sistema de tal manera que cada especie tiene sus propios nombres y apellidos que las identifican de forma coherente y evita las dudas y confusiones. Las especies se clasifican de general a concreto para acabar en una denominación binomial (un nombre y un apellido) que son los de la especie y el género (Homo sapiens, Felix catus, Rosa moschata, Yersinia pestis...)

Cuando Linneo creo su clasificación tan solo se conocían el reino vegetal y el animal, hubo que esperar hasta 1866 para que E. Haeckel crease un tercer reino al que llamó Protista. En 1969 los microscopios ya estaban muy desarrollados y se habían descubierto las diferencias entre procariotas y eucariotas por lo que R.H. Whitaker propuso un sistema de clasificación en cinco reinos:

  • Monera, todos los organismos procariotas
  • Protiste, todos los organismos eucariotas unicelulares (y algunos multicelulares)
  • Fungi, los hongos
  • Plantae, las plantas
  • Animalae, los animales
Por último, en 1978 Carl Woese propuso clasificar a todos los seres vivos por dominios, que estarían por encima de los reinos, y que son los que se conoce en la actualidad como bacteria, arquea y eukarya.
Los virús, debido a que solo comparten unas pocas características de los seres vivos y son acelulares, quedan fuera de esta clasificación y suelen ser nombrados por la denominación de la enfermedad que causan.

Para nombrar a un microorganismo se usa el sistema binomial y se siguen estrictos métodos y reglas que están recopilados en el Código Internacional de Nomenclatura Bacteriana. Los nombres provienen del latín y están escritos en cursiva, con la el género en mayúscula y la espacie en minúscula y solo se puede usar letras latinas (nada de ñ o de letras griegas,  por ejemplo).  Esto es en teoría, porque  después de siglos de dar vueltas a los mismos nombres la creatividad se ha aliado con la ciencia y, en las nuevas especies descubiertas, los científicos están usando su imaginación (o la falta de ella como en el caso de la rana  Allobates niputidea) y así encontramos insectos con nombres inspirados en Star Wars como el gogojo Trigonopterus Chewacca, la hormiga Tetramortum jedi o el piojo Darhvaderum.

Si queremos referirnos a todas las bacterias de un género podemos nombrarlas por este, pero si lo que queremos es referirnos a una bacteria de una especie tendremos que citar siempre género y especie.
En taxonomía, el género de una especie lo determina tanto su evolución común como sus características no al concepto ligado al sexo de los organismos con reproducción sexual.  Los microbios no se reproducen de esta manera, así que no podemos hablar de bacterias o microrganismos femeninos o masculinos peor lo cierto es que, en castellano, todas las palabras llevan marca de género y bacteria, por ejemplo es femenino y microbio masculino. Pero los nombres de las bacterias están escritos en latín y las terminaciones que marcan el masculino y el femenino no son las mismas. Si hablamos de una bacteria causante de una enfermedad como el tifus (Rickettsia typhi) podríamos decir "la Rickettsia" si antes hemos hablado de bacteria pero "el rickettsia" si hemos hablado de microbio. Los podemos considerar de alguna forma como los nombres propios, cuyo género dependerá de la persona que lo posea (bueno, sin entrar en detalles y en otros problemas de identidad) y pensar que bacterias y microbios no poseen género e intentar no colocarles ningún artículo. Lo cierto es que la denominación taxonómica se lleva usando ya varios siglos y existe una tradición a la hora de denominar a los seres vivos y, en ese afán humano de ordenar, a muchos se les han otorgado géneros gramaticales (la Legionella, el Lactobacillus...) que será difícil que sin un compromiso claro y generalizado se puedan modificar.

Notario, R y Borda, N. Nomenclatura bacteriana. ¿Qué quiere decir sp? 2017.

Enago Academy. Cómo escribir nombres científicos de especies de platas y animales en manuscritos de revistas. 

Pachés Giner, María AV. sistema de clasificación de los seres vivos. Universitat Poloitècnica de València

Sierra Valentí, X. Los nombres de las bacterias: cómo se escriben. Blog Un dermatólogo en el museo

Significados. Significado de género.

Gacto Fernandez, M. El nombre de las bacterias. Academia de ciencias de la región de Murcia

Navarro, Fernando A. Problemas de género gramatical en medicina.

Pelayo, Francisco Linneo, padre de la botánica moderna. La aventura de la historia

Carlos Linneo, Wikipedia

El ingenio de la ciencia para bautizar nuevas especies de animales El Tiempo

Comentarios

Lo más leído

Annette Laming-Emperaire, gran innovadora en los estudios sobre el significado del arte paleolítico

  Annette Laming-Emperaire fue una arqueóloga francesa de origen ruso que realizó investigaciones innovadoras y trascendentales para estudiar el significado del arte paleolítico. También dedicó gran parte de su vida a la prospección arqueológica de Sudamérica descubriendo en 1975 el fósil humano más antiguo del continente. Nació en Petrogrado, actual San Petersburgo, en octubre de 1917, en pleno estallido de la revolución rusa. Su familia huyó de allí hacia Francia donde se establecieron en París. Annette empezó a estudiar filosofía y biología en la universidad hasta que la Segunda Guerra Mundial le impidió continuar sus estudios. Durante la contienda, se dedicó a la enseñanza y entró en la Resistencia para luchar contra los nazis. Se fue a Alemania para colaborar en la ayuda a los prisioneros en los campos de concentración y allí estaba cuando terminó la guerra. Cuando volvió a París se matriculó de nuevo en la Sorbona, pero esta vez para estudiar arqueología. En 1946 entra a formar p

Neri Oxman: Ecología de materiales para construir el futuro (Retrato alfabético)

  A rquitectura Neri Oxman es una arquitecta , diseñadora, científica y profesora del MIT Media Lab donde dirige un grupo multidisciplinar de investigadores. Sus proyectos de investigación abordan temas relacionados con la construcción y el diseño ambiental. Junto con su equipo realiza proyectos combinando la ingeniería de materiales, la biología, el diseño y la computación, entre otras disciplinas. Ella define su trabajo como Material ecology (ecología de materiales) porque investiga sobre nuevos materiales basándose en la naturaleza y siendo respetuosa con ella, pero desde una perspectiva muy innovadora. Se inspira en los ecosistemas naturales para crear biomateriales que puedan producirse a escala industrial pero que no dejen residuos si no que se biodegraden. Se basa en que, en los ecosistemas, la materia de cada organismo que lo compone alimenta el ciclo de vida de otro, no hay desperdicio porque todo tiene un valor y una función. Esta noción de ciclo natural donde todo sirve

El buen uso de la ciencia. Fritz Haber y Clara Immerwahr

La historia de la familia Haber es una historia que habla del bien, del mal y de la química. No de la química entre el bien y el mal, ni de la que hubo entre los dos personajes principales, que también podría ser, si no de la química como ciencia capaz tanto de salvar como de acabar con las vidas de millones de personas. Clara Immerwahr y Fritz Haber nacieron con dos años de diferencia (1870 y 1868) en Prusia. Ella era la hija pequeña de una familia de granjeros y él pertenecía a una antigua y conocida familia de comerciantes judios de Breslau (actual Worclaw, en Polonia) a pocos kilómetros de donde la familia de Clara tenía sus tierras. Ambos tenían inquietudes científicas, en concreto les apasionaba la química. En el caso de Fritz, esto no supuso ningún problema para su pudiente familia que lo envió a Berlín a la universidad, ya que pensaban que cursando estos estudios podía ayudar en el negocio familiar que era el comercio de tintes. Clara, en cambio, lo tuvo más complicado, ya que,

“Se ha perdido mucho tiempo en no relacionar los problemas medioambientales con la salud de las personas” Entrevista a Cristina Linares y Julio Díaz @Ensgismau

El cambio climático es uno de los problemas más complejos a los que se ha enfrentado la humanidad. Comunicarlo y lograr que la ciudadanía sea consciente de su magnitud y de cómo nos afecta es una labor dificil. Cristina Linares y Julio Díaz son investigadores de la Unidad de referencia en cambio climático, salud y medio ambiente dentro del Instituto Carlos III. Investigan sobre cómo la emergencia climática nos afecta directamente a nuestra salud y lo cuentan desde 2015 a través de su cuenta de Twitter @ensgismau y por medio de publicaciones divulgando sus investigaciones y charlas en distintos foros. Hablamos con ellos sobre salud, emergencia climática, educación ambiental y divulgación científica. Dentro de la Unidad de referencia en cambio climático, salud y medio ambiente del Instituto Carlos III donde trabajáis investigáis temas relacionados con la salud y el cambio climático. Son temas complejos de explicar a la ciudadanía, a personas no cercanas a la ciencia ¿Qué herramientas

Los monólogos de divulgación científica y la historia de la ciencia. El ejemplo de Naukas Bilbao 2022

Cuando se hace historia de la ciencia (o de las ciencias, que de eso ya hablamos antes ) siempre aparecen más preguntas que respuestas. Hablar de cómo ayuda a entender el ejercicio de la historia al desarrollo de las distintas ciencias puede ser tan complejo como las propias disciplinas objeto de su estudio. Esto se debe, sobre todo, a que cuando hacemos historia de algo estamos construyendo a la vez el propio objeto de nuestro estudio. Toda persona tiene su propio contexto: su familia, su lugar de origen, cultura, educación, creencias religiosas o ausencia de ellas, idioma en el que se comunica…y a partir de estas bases se relaciona con el mundo. Cuando alguien hace historia, mira al pasado desde su propio contexto y desde la época que le toca vivir y relata los hechos bajo el sesgo de su cultura, sus necesidades, y desde sus propios objetivos. Seleccionamos el pasado que queremos en función de nuestro presente, usamos las fuentes de manera presentista, siendo conscientes o no de el