Sí, ¡al fin! He visto la luz. No es que antes de esto estuviera ciega o metida en alguna cueva. Tampoco es que que haya descubierto la piedra filosofal, pero he visto la luz. Más concretamente, he visto LA FACTURA de la luz. Bueno, no solo la he visto si no que me ha tocado desmenuzarla y estudiarla a cachitos cual Jack el Destripador. Tengo que decir que no es la primera vez que le echo el ojo a esta factura, pero siempre me ha parecido que ella y yo hablamos dos idiomas distintos y no nos entendemos del todo. Aparecen un montón de numeritos y multiplicaciones por días, kw, potencias punta y potencias valle, peajes de transporte y distribución, alquileres, impuestos... ¡y otros impuestos!, códigos CUPS, segmentos tarifarios... Un mareo de datos en dos páginas con una bonita gráfica de barras con tres colorcitos que asusta por su altura en invierno y te alivia, porque es más bajita, en verano. Una sobreinformación para mi cabeza que hace que solo me fije en dos cosas: cuánto me han cobrado y si la barrita de la gráfica de ese mes está por encima o por debajo de los anteriores. Ya sé que después de confesar todo esto no voy a ganar el premio de la consumidora consciente del mes, pero bueno, vamos a ver si voy mejorando y voy a hacerle la autopsia a mi factura: ¡bisturí!
Empezamos por lo fácil y hacemos la primera incisión para ver si tenemos todos los datos. Como en cualquier otra factura deben aparecer los datos del titular del contrato, los datos también del proveedor del servicio, el número de factura, la fecha de emisión y la de cargo, el periodo de facturación y, por supuesto, los conceptos y los importes facturados. Vale, no nos falta nada, es más, tenemos también un apartado con todos los datos del contrato. Aparecen cosas importantes aquí: el tipo, el Código CUPS que identifica cada domicilio o negocio y el suministrador que le provee de energía, las potencias contratadas según periodos (en mi caso es una tarifa PVPC con bono social, por lo que se trata de una tarifa de discriminación horaria para pequeños consumidores con una bonificación del 60% también señalado). Todo correcto hasta ahora, procedemos a suturar la herida.
La incisión que vamos a hacer ahora va a requerir algo más de anestesia: ahora viene cuando duele de verdad, vamos a hablar de nuestro gasto.
En primer lugar aparece detallado el precio que pagaremos este mes por la potencia contratada, lo que pagaremos serán los kw contratados en cada uno de los periodos (punta: el caro, o valle: el menos caro, llano: ni pa ti, ni pa mi) multiplicados por el número de días que comprende esa factura y por el precio del kw/día. A esto es te concepto se le denomina también término fijo. El siguiente concepto, igual de importante que el anterior, es la potencia real que hemos consumido, lo que también se llama término variable. Aquí se facturarán lo consumido en cada uno de los segmentos horarios, más el importe por peajes y distribución y el de cargos de energía. Este importe es el que determina el Ministerio para la transición ecológica y el reto demográfico que se destine para cubrir el resto de los costes regulados como, por ejemplo, la financiación de las renovables. Si, como yo, tienes una tarifa social bonificada, la bonificación se aplicara a estos dos primeros conceptos. El tercer concepto que nos facturan el impuesto de la electricidad, que es el 5,113% del los dos conceptos anteriores, la potencia contratada y la energía consumida. Ya solo nos falta por añadir el importe del alquiler del contador que se factura diariamente y, sobre todo esto, aplicar un 10% de IVA y tendremos el precio a pagar.
Con esto ya habríamos terminado de diseccionar nuestra factura de la luz y podríamos ir dejando el instrumental en el carro y abandonando el quirófano.
Pero me gustaría comentar un par de cosas que me ha resultado curiosas. Como antes he comentado, mi factura ocupa dos folios, pues bien un cuarto de ese espacio la comercializadora de último recurso que me provee lo ha dedicado a un apartado que ha llamado Información sobre reclamaciones en el que incluye todas las maneras posibles para poder ponerse en contacto con la compañía, bien presenciales, telefónico u on line. Esto tiene pinta de ser algo impuesto por alguna normativa gubernamental. Me parece que es algo que debería estar en todas las facturas de servicios esenciales para que los clientes podamos ejercer nuestros derechos. La otra cosa que también ha llamado mi atención en una gráfica de quesito que aparece en el apartado Destino del importe de la factura. en el que se ve como el 49% del importe se debe a impuestos y otros recargos y el 51% es lo que pagamos por el consumo 8con su distribución, transporte y, claro, producción. Este gráfico parece una prueba de descargo de las empresas sobre la carestía del precio de la luz que lleva meses siendo noticia.
En resumen, a pesar de que en un primer acercamiento estas facturas parecen opacas en realidad no lo son y aparecen todos los datos detallados claramente. De hecho, si algún fallo tuviera que sacarle es que los mismo datos (por ejemplo la potencia contratada) aparecen repetidos en varios sitios, algunos hasta resaltados en color.
No es que la factura de la luz sea oscura, es que ni siquiera la miramos con un poquito de cariño para entenderla y es una pena, porque si sabemos cómo gastamos y de qué manera se nos tarifican los servicios tenemos el poder de cambiar de compañía, modificar nuestros hábitos y obtener reducciones económicas beneficiosas. Ya lo dijo Thomas Hobbes "scientia potentia est" el conocimiento es poder y, en el caso de los consumos, además de poder es ahorro.
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