Nuestro estilo de vida actual necesita mucha más energía que la que se necesitaba para vivir antes de la Revolución Industrial. Nos movemos mucho más y a distancias más largas. Consumimos muchas más cosas, de más tipos y más cantidades que las que se consumían hace 300 años y, además, las usamos menos tiempo. Para todo esto necesitamos energía y para conseguir esta energía usamos sobre todo los combustibles fósiles.
El 74,1% de la energía que utilizó el país en 2018 provenía de combustibles fósiles y esta producción lanzó a la atmósfera 255.831 toneladas de emisiones totales de CO2. Nos sale a un consumo de 5,5 toneladas por persona al año, por encima de Portugal, Francia o Reino Unido. Dos tercios de las energías que se usan en Europa son provenientes de la quema de combustibles fósiles. El uso generalizado de hidrocarburos para lograr producción eléctrica en las industrias o para desplazarnos o mover mercancías ha generado un problema que puede ser el más grande al que se ha enfrentado hasta ahora la humanidad: el cambio climático.
Es necesario que repensemos nuestra forma de producir no solo energía sino todos los bienes que consumimos para hacerlo de una manera más eficiente. El petróleo, el gas y el carbón son recursos limitados y la mayor parte de las veces los usamos una sola vez para conseguir su energía y los destruimos quemándolos. Algo parecido ocurre con el uranio, que también es un recurso limitado y que una vez utilizado en las centrales nucleares se convierte en un residuo peligroso casi "eterno". Se debería usar la energía para crear algo duradero no para quemarla y desperdiciarla una y otra vez.
Si seguimos produciendo a la velocidad que lo hacemos en estos momentos nuestros suministros de combustibles solo tardarán unas décadas en agotarse además de que quizás para entonces el calentamiento global haya llegado a un punto de no retorno que hará muy complicada la vida en el planeta. para cambiar esto solo hay dos soluciones: cambiar nuestra manera de consumir y cambiar nuestra manera de producir la energía que consumimos.
La economía circular y sus cuatro Rs (Reciclar, Repensar, Reducir y Reutilizar) son importantes en este cambio. En nuestro consumo diario deberíamos pensar en separar bien los residuos cuando ya no utilicemos los objetos para que se puedan reciclar adecuadamente y así, gastemos menos materias primas y menos energía en su procesamiento; tendríamos que repensar si podemos utilizarlos de otra forma cuando ya no queremos hacerlos servir para su uso original, reducir preguntándonos siempre si necesitamos ese objeto antes de comprarlo y así comprar menos, y reutilizando, usando productos de segunda mano alargamos su vida útil y gastamos menos energía que produciendo uno nuevo.
Si bien el cambiar nuestros hábitos de consumo ya en si mismo reduciría de manera considerable nuestras aportaciones a la atmósfera de gases efecto invernadero, si cambiamos también la forma de generar energía esta reducción será muchísimo mayor. Las energías renovables son más baratas de producir en muchos casos y más sostenibles para el planeta, entonces, ¿por qué no realizamos la transición de las energías contaminantes a las verdes? En la mayor parte de los casos es un tema económico. Por mucho que los ciudadanos usemos el transporte público, caminemos o vayamos en bici en vez de en coche, separemos nuestras basuras y reduzcamos nuestro consumo, para que la temperatura no subiera 2ºC dentro de los próximos 100 años deberíamos reducir el 85% de las emisiones del país para 2050, esto quiere decir que para ese año habría que completar la descarbonización y pasarse a la energía renovable. Pero ¿es esto posible? Como todo, tiene un coste, pero la mayor parte de las veces, los costes en las renovables se convierten en inversiones ya que permiten reducir o eliminar completamente los Gases Efecto Invernadero. Existen también otros costes como los paisajísticos que son mucho más difíciles de cuantificar y a los que también hay que ir dando solución al mismo tiempo. Cambiar el sistema de consumo tardará varias décadas porque el tejido económico e industrial no está preparado para que se haga de manera rápida, pero justo el tiempo es un factor determinante ya que las emisiones se deberían reducir de manera drástica ya para impedir que las consecuencias del calentamiento sean irreversible. Si las emisiones cesaran hoy mismo algunos de estos gases como el dióxido de nitrógeno tardarían siglos en volver a niveles preindustriales mientras que el CO2 nunca lo haría. Mientras tanto, los gobiernos continúan subvencionando la extracción y transformación de combustibles fósiles, como dice el dinosaurio en este video de Naciones Unidas estamos subvencionando nuestra extinción.
La verdadera solución no está en sustituir las energías contaminantes por las verdes sino en aprender a consumir de una manera más racional y reducida. Tardaremos décadas en descarbonizarnos y es fundamental que durante ese tiempo nuestros consumos se reduzcan. Es posible generar la suficiente energía verde como para poder abastecernos, sobre todo en un territorio como el nuestro con gran potencia para las energías solares y eólicas y que posee ya una industria renovable ya desarrollada. Para que del 14% actual de producción de energías renovables pudiésemos llegar al 100%, tendríamos que utilizar gran parte del territorio con plantas solares y eólicas, construir más centrales hidroeléctricas, generar más biomasa probablemente con campos que podrían dedicarse a la producción para consumo humano...si no aprendemos a consumir menos y consumir mejor, cualquier solución que encontremos será solo una solución temporal.
Agencia europea del medioambiente. La energía y el cambio climático
Expasión /Datos macro emisiones de Co2 2018
Publicaciones del IPCC Informe del sexto ciclo de evaluación
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