“Reconocer a la ciencia tal y cómo es parece un desafío demasiado grande para las personas cuando los científicos no se animan a decir qué es ciencia, o ensayan definiciones que están lejos de ser consensuadas.”
Esto es lo que dice la
doctora M. Lázaro en su tesis Cultura científica y participación ciudadana
en política socio-ambiental. Dotar a la sociedad de cultura científica
es útil y valioso. Todas las personas en nuestras sociedades modernas están
sometidas al influjo de la ciencia por lo que poseer cultura en estos campos es
beneficioso para poder entender y apoyar los movimientos y decisiones que se
tomen en ciertos temas y para saber cuál es el verdadero impacto y relevancia
social de las investigaciones en ciencia y tecnología. A pesar de que la
ciencia a veces se presenta como en un mundo a parte de la sociedad y la vida
cotidiana, es fundamental que los expertos se acerquen a la ciudadanía para
explicar su trabajo y que se comprenda mejor y escuchar lo que la gente tiene que decir sobre ello. Es una manera de devolver a la
ciudadanía lo invertido en estos saberes y de crear sociedades más cultas.
A grandes rasgos, podemos decir que existen dos enfoques sobre cómo entender qué es la cultura científica, uno que la entiende como un atributo individual y otro modelo que cree que es un atributo social. Serían los modelos que defienden la alfabetización, por un lado, y la apropiación social de la ciencia por el otro.
El
modelo más tradicional viene heredado de las prácticas de culturización y
divulgación realizadas por los investigadores desde el siglo XVII se concibe la
cultura científica como una alfabetización, una instrucción, esto es, unos
mínimos que toda la ciudadanía debería tener para ser considerada culta
científicamente. Es un enfoque en el que la cultura científica está basada en
conocer hechos y conceptos concretos. Como la ciencia es un corpus de saberes
reconocible y mensurable, se puede medir cuantos de estos conocimientos poseen
las personas. Es un enfoque individual, en el que es el individuo el poseedor o
no de estos conocimientos científicos. Cuando se realizan encuestas de
alfabetización siguiendo este enfoque las preguntas suelen ser del tipo “se
sabe que” con respuestas de verdadero o falso. Tras décadas de haber realizado
encuestas de este tipo que siempre arrogaran datos muy bajos se acabó acuñando
el nombre de modelo de déficit cognitivo. En él, se plantea la relación
posible entre el conocimiento de la ciencia y su actitud hacia ella y que los
que no saben de ciencia, no son tan favorables a ella por el temor a lo
desconocido. Estas personas desinformadas de lo más básico de la ciencia no serían
capaces de realizar una buena comprensión de las decisiones políticas sobre aspectos
científicos ni deberían participar en estas. No obstante, no existen evidencias
que prueben esto y fácilmente podríamos entender que una persona más formada
pudiera ser también más crítica con la ciencia.
El otro modelo es más social. Cuando hablamos de apropiación social de la ciencia mencionamos a aquellos enfoques que opinan que la cultura científica es valiosa por ser parte de la cultura y por ser motor del conocimiento. En la idea de ciencia posnormal pesan muchos conceptos como la complejidad, la incertidumbre y la calidad del proceso de hacer la ciencia. En este modelo más amplio de definición de la cultura científica es necesario que se incluya la dimensión social de la ciencia y a los actores de la misma para que puedan ser conscientes de las dimensiones sociales, económicas y políticas que sus descubrimientos tienen para la sociedad.
A grandes rasgos, podemos decir que existen dos enfoques sobre cómo entender qué es la cultura científica, uno que la entiende como un atributo individual y otro modelo que cree que es un atributo social. Serían los modelos que defienden la alfabetización, por un lado, y la apropiación social de la ciencia por el otro.
El otro modelo es más social. Cuando hablamos de apropiación social de la ciencia mencionamos a aquellos enfoques que opinan que la cultura científica es valiosa por ser parte de la cultura y por ser motor del conocimiento. En la idea de ciencia posnormal pesan muchos conceptos como la complejidad, la incertidumbre y la calidad del proceso de hacer la ciencia. En este modelo más amplio de definición de la cultura científica es necesario que se incluya la dimensión social de la ciencia y a los actores de la misma para que puedan ser conscientes de las dimensiones sociales, económicas y políticas que sus descubrimientos tienen para la sociedad.
Para poder implantar con éxito este nuevo modelo sería necesario que exista un nuevo contrato social para la ciencia que ya propuso la UNESCO en1999. En él, se tiene que producir un acercamiento entre las instotuciones científicas y la sociedad, favoreciendo y garantizando el acceso al conocimiento y poniendo en valor el que sea local.
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