Vivimos en el momento de la historia en el que más personas han accedido a estudios superiores. Se
entendería que el grado de educación y cultura tiene que ser elevado en todos o
casi todos los campos, pero numerosos estudios llevan años diciendo que la
cultura científica de la población es pobre. Se entiende comúnmente que a mayor
cultura científica los individuos presentan una actitud más positiva hacia la
ciencia, pero no debería ser así siempre ya que cuanto más conocemos y más
profundizamos en algunos estudios, más críticos podemos ser con ello porque
vemos todos sus riesgos e imperfecciones.
El
problema es que se están dando cuenta de que las encuestas para medir el grado
de cultura tienen sesgos y algunas preguntas que se hacen no están bien
formuladas. De hecho, incluso si algunas de ellas se pasasen a personal
científico es probable que tampoco aprobasen. Es necesario replantearse tanto
el concepto de qué es cultura científica como las herramientas para medirla.
Si
hacemos una prueba en nosotros mismos, estoy segura de que no tendremos la misma
opinión sobre, por ejemplo, la energía nuclear que sobre los alimentos
transgénicos, la inteligencia artificial o sobre las vacunas. Depende el tema
científico y depende el conocimiento que tengamos sobre él en particular para
posicionarnos a favor o en contra. Tal y como preconiza el Modelo de déficit cognitivo (Wynne, 1991; Ziman, 1991) las personas que tienen dudas sobre el valor de la ciencia las tienen porque carecen de la información científica necesaria y, por lo tanto, tienen miedos y dudas porque no están familiarizados con ella. La ciencia, lo mismo que la cultura, puede llegar a ser un corpus inabarcable de conocimiento porque no es unitaria
ni monolítica. Por eso la comprensión y lo permeables que seamos a estos
conocimientos dependerá de cada persona que asimilará más o menos dentro de susposibilidades cognitivas, sus gustos la facilidad que tenga para estar en contacto con estos conocimientos y su motivación, entre otras cosas.
Como
ya hablamos en un post anterior, el conocimiento científico puede ser una herramienta
de decisión en la vida cotidiana ante grandes dilemas y hace que seamos seres mucho más felices,
ya que nos da la posibilidad de disfrutar más de lo que nos rodea al ayudarnos a
resolver los problemas que nos encontramos en nuestro camino. Más
importante que el conocer datos científicos desconectados es que la población
conozca tenga actitudes curiosas ante los hechos o las preguntas que se le
presenten y que sepa cuestionarlas con espíritu crítico. Este tipo de
ciudadanía sería, para mí, culta, ya que, aunque no tuviera la respuesta
correcta, podría emplear los medios adecuados para buscarla.
Fuentes:
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