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Humanos de repuesto


Kazuo Ishiguro es un autor británico de origen japones ganador del premio Nobel de literatura en 2017. Cuando se lo entregaron, el jurado consideró que sus novelas tenían “gran fuerza emocional” y que en ellas el autor “ha descubierto el abismo bajo nuestro ilusorio sentido de conexión con el mundo”. Justamente estas palabras sirven bien para presentar la obra Nunca me abandones que Ishiguro publicó en 2005. Se trata de una novela breve en la que la protagonista, Kathy H. de 31 años, narra su niñez, adolescencia y juventud en Inglaterra en los años 80 junto a sus dos amigos Ruth y Tommy. Los tres se educaron juntos en un internado en la campiña con estrictas normas y en el que se ponía especial cuidado en aportarles una cuidada educación cultural y artística. En esa escuela, se afanaban en que el alumnado creciera de la manera más sana posible, con cuidada alimentación, muchos juegos al aire libre y revisiones médicas periódicas. Todo transcurría de una manera aparentemente normal, pero los niños y las niñas de Haislham no tenían ningún contacto con el exterior. Esta enseñanza era tan aislada que, incluso, tenían clases de rol para saber cómo actuar en la vida fuera del colegio. Su única unión con el mundo eran las visitas de una tal Madame que acudía a Hailsham a seleccionar sus obras artísticas para La Galería. Kathy, Ruth y Tommy, como el resto del alumnado del internado, sabían que eran especiales, y que tenían una misión para la que estaban destinados, pero no lograr entender hasta su adolescencia en qué consiste este destino: son clones y están creados para ser donantes de órganos.

Tras la infancia en Hailsham, son trasladados a distintos puntos del país donde continúan viviendo al margen de la sociedad, aunque ya sin vigilancia, esperando que llegue el día en el que empiecen a donar sus órganos hasta “completar”, el terrible eufemismo que utilizan para la muerte, algo que suele ocurrir entre la tercera o la cuarta donación. De entre ellos, algunos son elegidos para ser cuidadores, las personas que acompañan a los donantes durante el proceso de las donaciones y sus recuperaciones hasta la donación final. Pero hasta que reciban la carta para su primera donación, viven en una pequeña comunidad con otros donantes, aprendiendo a comportarse y a interactuar a partir de copiar cómo lo hacen en las series de televisión. En las pocas ocasiones en las que se mezclan con la gente, no saben comportarse en situaciones normales y son tratados como extraños y hasta con algo de recelo.

Kathy se convertirá en cuidadora, acompañando en el proceso y recordando a los donantes el valor y la importancia social de su sacrificio, mientras que Tommy y Ruth serán donantes. Cada uno seguirá el destino predestinado por sus creadores, sin resistirse ni hacerse demasiadas preguntas, sabiendo cuál es el lugar que para ellos tiene reservado la sociedad y cuál es su misión por cumplir. Los clones aceptan su destino sin resistencia, pero también buscan a sus posibles o sus originales, las personas desde las que fueron creados, en un deseo de conocer sus orígenes y darle sentido personal a esa existencia diseñada desde su principio y hasta su final por otros.

El único momento en el que los clones se resisten levemente a su destino es cuando el grupo se entera de que hay un rumor que dice que los alumnos de Hailsham pueden pedir un aplazamiento y comenzar su proceso de donación más tarde si demuestran que sienten amor verdadero. Pero sería solo un aplazamiento, nunca podrán pedir que no se les utilice como donantes. Creen que la forma de poder probar este amor verdadero es a través de sus obras creativas. Creen que, cuando Madame se llevaba sus poemas y dibujos del internado era para poder conocer su alma y que, gracias a estos dibujos, podrán probar la profundidad de sus sentimientos. Pero, cuando localizan a Madame y a la directora de Hailsham, para pedirles el deseado aplazamiento estas les cuentan que el propósito de recopilar estos dibujos no era conocerlos sino mostrar a la sociedad a través de La Galería la humanidad de los clones y que tenían alma, pero que nadie las tomó nunca en cuenta. El aplazamiento soñado no existe y el fin para el que fueron creados Kathy, Ruth y Tommy se cumple. Ruth y Tommy “completan” tras su tercera donación y Kathy, habiendo cumplido ya con su labor de cuidadora, es llamada para su primera donación a las pocas semanas.

La historia ocurre en un tiempo pasado cercano, que muchas de las personas que leen el libro han vivido, y el escenario en el que se sitúan los personajes es similar a ese pasado real. La única diferencia con la realidad es que ese pasado lo habitan clones y no solo humanos, pero ¿podría ser esto posible? Los clones existen en la naturaleza. Es un tipo de reproducción asexual en la que solo interviene un progenitor que crea nuevos seres con su misma carga genética y que se da en algunos organismos unicelulares como las amebas, pero también puede producirse en plantas y hongos. En 1952 se logró artificialmente la clonación de una rana, un anfibio genéticamente igual al individuo del que procedía, y en 1996 clonaron el primer mamífero, Dolly, una oveja creada a partir de las células de otro individuo adulto. En los años posteriores se siguió investigando en la clonación de otros mamíferos como ratones, cerdos, vacas y gatos, e incluso se ha estudiado la posibilidad de replicar especies extintas de las que se tiene material genético. En una línea de investigación distinta se ha desarrollado la clonación terapéutica, los tratamientos con células madre y las creaciones de tejidos a partir de células del receptor, lo que reduciría el rechazo en los trasplantes. En estas investigaciones se ve un futuro para poder luchar contra las enfermedades degenerativas y contra el envejecimiento. Desde el primer momento se entendió que el desarrollo de estos tipos de investigación tenía implicaciones éticas. En 2005, el mismo año de publicación de la novela de Ishiguro, la ONU realizó una Declaración sobre la clonación humana no vinculante pidiendo la prohibición de todas las prácticas de clonación que atenten contra la dignidad humana.

Nunca me abandones se enmarca en este momento en el que la ciencia ha abierto unas posibilidades de investigación que plantean cuestiones sobre la dignidad, la ética en la ciencia y la moral social. Esta novela un ejemplo de lo que Margaret Atwood llama ficción especulativa ya que son hechos que podrían llegar a ocurrir. En estos momentos, según admiten algunos científicos, el envejecimiento y, por consiguiente, la muerte, puede ser postergado y ralentizado y parece que estamos a las puertas de que se pueda alargar la vida unas décadas más. En la novela, se habla de que la esperanza de vida ha subido a 110 años y esto se ha logrado a través de poder tener “repuestos” de los órganos que van fallando. En el libro, los clones se han convertido en bioartefactos no-humanos para la sociedad que los ha creado, en mera mercancía y receptáculos de los órganos que luego utilizará la sociedad, una sociedad que se cree con el derecho a tener repuestos para evitarse sufrir. No se sabe quién toma la decisión de crearlos ni de dónde los crean, ni a quién benefician concretamente; en le libro se habla de un Plan Nacional de trasplantes por lo que el estado está tras estas prácticas. Los clones no trabajan si no que son mantenidos y cuidados para poder desarrollar su función social. A pesar de que la sociedad que los utiliza no los ve como humanos, los clones tienen dignidad, cualidad inequívocamente ligada a la humanidad. Los clones conocen su valor y se comportan de forma responsable y con respeto hacia ellos y hacia sus futuros receptores (se cuidan, no fuman para estar sanos…). Su dignidad es tal que no se rebelan contra el destino que les han dado si no que lo cumplen en un sacrifico total, a pesar de no ser considerados humanos dan su vida por los humanos. Entre las personas, solamente la antigua directora y Madame presentan dilemas éticos y saben que el alumnado de Hailsham tienen alma y así lo intentaron transmitir, mostrando al mundo a través de los dibujos y poemas que los clones eran creativos, trascendentes, humanos, pero se toparon con una sociedad que no quería hacerse esta pregunta.

En la actualidad se utiliza la terapia génica evitar que los embriones nazcan con enfermedades heredadas e, incluso, para gestar criaturas que puedan servir de donantes de médula o células madres de hermanas o hermanos que han nacido con alguna dolencia que un trasplante de alguien compatible pueda curar o mitigar. Son los bebés medicamento o bebés milagro. También existen las donaciones de órganos entre vivos, en algunos casos mediante transacciones económicas lo que alimenta un comercio atroz, está también existe la gestación subrogada…el cuerpo humano usado como mercancía. Es difícil ver en todos estos casos solo el altruismo por parte de los donantes y dejar de lado el mercantilismo. En China, He Jiankui, editó genéticamente con el método CRISPR tres embriones humanos de los que acabaron naciendo tres niñas. Él lo presentaba como un gran avance científico pero terminó en la cárcel inhabilitado y repudiado por la comunidad científica por haber traspaso los límites.

El mundo de Nunca me abandones no está tan alejado de nuestro mundo actual, ya usamos el cuerpo humano como materia prima, ¿seremos capaces de pensar que la dignidad individual es menos importante que el beneficio general como lo hacen en la novela? ¿Podremos llegar a negar la humanidad a un ser humano para poder crearlo, utilizarlo y desecharlo? Quiero pensar que tanto las distintas sociedades como las propias comunidades científicas no consentirán que esto suceda, aunque no podría asegurarlo. La autorregulación es fundamental y los avances científicos deben estar ligados a la moral y a la ética para poder poner límites y aportar soluciones. En la novela, la moral de la sociedad creadora de clones ha aceptado crearlos, mantenerlos y utilizarlos, para lo que tuvo cambiar sus valores, suponemos que tras haber vivido una crisis de significativa, y aún así los creó.

La prosa de Ishiguro es lenta, concisa, sencilla, sin nada superfluo lo que resalta aún más la crudeza del tema. El poso que deja la lectura de este libro o el visionado de su adaptación al cine es de una profunda tristeza. Quizás por la ausencia de violencia explícita, por el tono tan moderado y contenido del testimonio de Kathy, porque todo nos parece tan “normal” y cotidiano, pero no lo es. Una sociedad cerrada y artificial, la de los clones, junto con una sociedad humana que los utiliza hasta el final, pero a su vez quiere tratarlos bien, con dignidad, aunque no les reconozca como seres poseedores de este atributo y solamente los traten bien por conveniencia (para que estén sanos) y para calmar sus atormentadas conciencias.

La revista TIME nombró a Nunca me abandones mejor novela de 2005 y la incluyó en la lista de las mejores novelas inglesas desde 1923. Junto con Lo que queda del día son las dos obras más conocidas de Kazuo Ishiguro y las dos han sido levadas al cine. La película, que se estrenó en 2010 y recibió varios premios, es bastante fiel a la obra literaria y refleja también el halo de tristeza determinista que envuelve a los protagonistas. Las dos obras, película y libro, esconden grandes temas bajo una apariencia de normalidad y provocan la reflexión sobre qué es y qué no es ser humano. De acuerdo con Margaret Atwood, también pensamos que en la ciencia ficción no tiene por qué aparecer naves espaciales y el terror no tiene por qué estar poblado de monstruos.

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