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La ciencia soberbia


Se dice que la ciencia es algo bueno. De hecho, cuando asociamos la palabra ciencia a cualquier cosa, parece que le damos un marchamo de calidad y de veracidad que no tenía antes. Pero la ciencia, igual que cualquiera de las demás actividades humanas, es imperfecta y tiene sus fallos, aunque en estos casos se obvian. En realidad, cuando decimos de algo que está científicamente probado le estamos otorgando credibilidad y valores positivos porque son científicos y la ciencia hemos aprendido que es algo objetivo, de confianza y con una solidez fuera de toda duda. Pero al asumir que la ciencia es objetiva y veraz también asumimos lo contrario de lo que no es ciencia y lo menospreciamos. Es una manera de clasificar los saberes que solamente toma en cuenta como válidas a algunas disciplinas y acciones del intelecto humano en detrimento de otras.

Es cierto que gracias a los rápidos desarrollos de la ciencia y la tecnología de los últimos siglos la vida de las personas ha mejorado notablemente. La constante innovación en medicina nos permite vivir más y en mejores condiciones, el estudio de la física y su aplicación hace que seres humanos hayan viajado al espacio…estos son ejemplos muy generales de las bondades del desarrollo de las investigaciones científicas que han hecho que la ciudadanía confíe en las soluciones aportadas por la ciencia y que se use su nombre y sus métodos de forma indiscriminada para dotar a otras disciplinas de la misma importancia que se les da a estas. Pero también hay que pensar que este desarrollo no solo nos ha aportado beneficios sino también la pérdida de otro tipo de valores y de conocimientos tradicionales, por no decir todos los peligros a los que nos ha conducido (desde sofisticadas formas de matar como la guerra química hasta el desafío actual de la Inteligencia artificial). Si solo pensamos en las bondades de la ciencia, tendríamos que preguntarnos qué ocurriría si los métodos de las ciencias físicas se aplicaran a todas las áreas de conocimiento, ¿serían válidos para acercarnos a comprender mejor el mundo de verdad?

Susan Haack llama cientismo a ese afán desmedido por usar las palabras ciencia o científico como términos generales positivos epistémicamente, pensando que algo ya es bueno solo por el hecho de ser científico o de usar sus métodos o su terminología. Que la ciencia es una forma exitosa de estudio de la realidad es indudable, pero que sea la única o la más ya no lo es tanto. Es preocupante como con el cientismo quedan relegadas a un segundo plano otras disciplinas que no pueden ser calificadas como científicas o como, para poder mantener el estatus de conocimiento válido, algunas áreas del conocimiento han adoptado ellas también el calificativo de ciencias como las llamadas ciencias sociales. Pero usar más datos numéricos o incluir gráficos y estadísticas en los estudios no tienen por qué aportar valor siempre y en todos los casos. En ocasiones, las técnicas que utiliza la ciencia son útiles y necesarias para el avance de ciertos estudios, por ejemplo, las dataciones con Carbono 14 facilitaron mucho las cronologías para la historia pero, en cambio, el uso de métodos traídos de la física solo aporta confusión y pocas conclusiones en otros estudios. La ciencia no tiene respuestas para todo, ni sus métodos son válidos de manera universal.

El auge técnico-científico vivido en el siglo XX y la tremenda importancia económica y política de los desarrollos en estas áreas han situado a las ciencias duras en la cumbre de lo que podríamos llamar la pirámide de los conocimientos válidos y útiles. Otras actividades de búsqueda del conocimiento como la historia, la filosofía, la sicología, la filología…se consideran más subjetivas y menos útiles que las científicas. En la actualidad se han encontrado respuestas a cuestiones que hace unos siglos o unas pocas décadas no se creía poder explicar o que se explicaban por intervención divina en algunos caos. Parece que los avances en la ciencia desplazan la necesidad de realizar investigaciones en otros campos…esto es un pensamiento cientista según postula Haack. Cuando la búsqueda del conocimiento se quiere reducir a un método o unas herramientas estamos negando una capacidad fundamental y que interviene de manera decisiva en la construcción del conocimiento como es la creatividad. Abordar los problemas desde otros puntos de vista, con imaginación y creatividad, sin el famoso “método” también hace que la ciencia avance según Feyerabend.

La capacidad de abstracción de los seres humanos no solo ha producido ciencia sino también otras ideas que le han servido para entender el lugar dónde vive o el sentido de su propia existencia. La capacidad de abstracción y la habilidad técnica nos permiten realizar obras artísticas, escribir poesía, hacer música…saberes y acciones que mejoran indudablemente nuestra vida pero que no tienen nada que ver con la ciencia, ¿quiere esto decir que un músico no es útil y un científico sí? Adoptando el cientismo al que ataca Haack, corremos el riesgo de que se piense que esto es así. Quizás estoy llevando al extremo el ejemplo, voy a acercarlo un poco más a lo cotidiano. Es cientismo cuando, por ejemplo, una persona decide estudiar una carrera de ciencias y todo su entorno le apoya y le aplaude, pero, a otra que decide estudiar Historia, por ejemplo, le preguntan continuamente para qué le van a servir esos estudios.

Los seres humanos somos investigadores natos. Esta capacidad de anticipar según lo observado y, gracias a la imaginación y la creatividad, pensar modelos que pueden servirnos para avanzar es un tipo de abordaje cognitivo que funciona como herramienta de adquisición del conocimiento. Desde este mismo punto de inicio, la observación y la reflexión, hemos llegado al desarrollo de las ciencias y la tecnología, pero también a las artes o la filosofía. Mirar por encima del hombro desde unas disciplinas a otras solo es un acto de soberbia y adoptar los modos científicos por otras áreas de conocimiento es aceptar, de alguna forma, un menosprecio, una forma de sumisión.

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