Hay comentarios inocentes pero que pueden llamar poderosamente la atención. Es lo que me ha ocurrido al escuchar las palabras de Leire en este video. Leire es una joven estudiante de matemáticas que se define como cabezota y amante de las matemáticas. Nos habla de cómo desde pequeñas a las chicas se les enseña a ser perfectas, llegando a inculcarse en ellas un cierto miedo a equivocarse, a hacerlo mal y, mientras, a los chicos se les provoca para que sean atrevidos y valientes, que puedan fallar. Al final las chicas acaban cargando con el perfeccionismo, pensando que todo lo que hagan tiene que estar bien hecho. Socialmente esa carga nos impide crecer a las mujeres, nos limita, porque no nos permitimos probar por miedo a equivocarnos.
Pero de todos los comentarios de Leire el que más me ha llamado la atención es cuando dice que a ella, más que animarle a estudiar ciencias, nadie le había puesto trabas. Me resulta llamativo que una persona tan consciente de la desigualdad entre hombres y mujeres desde la infancia asuma como positivo no haberse encontrado con problemas en el camino. No porque esto no sea positivo, sí que lo es, pero parece que, en cierta manera, sabe que está en una situación privilegiada porque en muchos casos no ocurre así. Porque desde la infancia, como ella misma explica, las niñas son enfocadas hacia otro tipo de actividades más que hacia las científicas o tecnológicas. Intuyo que la testarudez a la que alude en su presentación habrá tenido bastante que ver con esto, ya que, es probable, que ella se haya permitido fallar, pero, tras los fallos inherentes a todo ser humano, haya continuado adelante con tesón hasta lograr estudiar lo que siempre ha querido.
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