Al hablar sobre ciencia, demasiadas veces se pone el foco en los grandes descubrimientos que han hecho avanzar la ciencia de manera brusca y revolucionaria y se olvida el trabajo metódico y mantenido de miles de personas que con sus pequeñas aportaciones han hecho avanzar la ciencia. Thomas Kuhn en su obra La estructura de las revoluciones científicas habla de dos maneras diferentes en las que avanza la ciencia: la revolucionaria, con sus genios y sus descubrimientos puntuales y bruscos y la ciencia normal, más rutinaria, que sigue unas reglas, unas metodologías que facilitan que tenga éxito. En el capítulo IV de su libro, Kuhn habla sobre la capacidad de la ciencia normal para resolver rompecabezas científicos gracias a su trabajo metódico y ordenado.
Visto desde fuera de la comunidad científica, la imagen de un genio que gracias a su creatividad realiza un descubrimiento científico que cambia el rumbo de la humanidad es bastante atractiva. Pero no hay que dejarse engañar por esta versión de la ciencia de héroes e ideas brillantes, sabemos que el tesón y el trabajo de “hormiguitas “son necesarios y sus frutos suelen ser perdurables. Kuhn explica cómo para lograr los resultados de la ciencia normal los métodos que se usan son repetitivos y tediosos en muchas ocasiones y, además, los resultados también pueden ser anticipables, lo que le aporta motivación a este tipo de investigación es que la manera de llegar a estos resultados suele ser incierta. Entran en juego problemas tecnológicos, de herramientas y su uso, matemáticos o, incluso de concepto, que conforman un puzle, un rompecabezas, que la persona que está investigando sabe que puede ser resuelto con el ingenio suficiente. Esa es la motivación de los que se dedican a la ciencia normal.
Las investigaciones científicas se rigen por normas y métodos consensuados por la comunidad científica y al investigación normal puede descubrir nuevas reglas que sean alternativas viables antes no planteadas para el estudio de un problema concreto. A pesar de que puede verse este tipo de ciencia como una actividad muy determinada, no tiene por qué ser así. Según Kuhn, la existencia de una red de compromisos conceptuales teóricos, instrumentales y metodológicos es la base de la relación entre la ciencia normal y la resolución de rompecabezas científicos y funciona no con reglas inamovibles sino con puntos de vista comunes y compartidos por toda la comunidad científica, paradigmas que aportan coherencia que son capaces de guiar la investigación incluso en ausencia de reglas.
No
podría estar más de acuerdo con la postura del autor de reivindicar la ciencia
normal, cotidiana, la de las repeticiones y la que, incluso, puede ser tediosa
pero es necesaria para sentar la base firme de posteriores descubrimientos. La
ciencia es un conjunto de saberes colectivo, no estrellas brillantes y
solitarias en un firmamento oscuro. Lo planteado por el autor en este capítulo
me lleva a recordar la frase que se atribuye a Picasso reivindicando el trabajo
continuado de los artistas en contra de la aparición fugaz del acto creativo, “si
llegan las musas, que te pillen trabajando”.
Kuhn,
T. La estructura de las revoluciones científicas Cap. IV La ciencia normal
como solución de rompecabezas Epublibre Titivillus 2018
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