La organización
del tiempo siempre ha sido importante en todas las culturas. Poder predecir con
mayor o menor exactitud cuando se iba a recoger una cosecha era determinante
para el bienestar de la población y para el mantenimiento del poder de sus
gobernantes. Alrededor de los ciclos naturales se han organizado las
festividades y la vida cotidiana de todos los pueblos y así surgieron los
primeros calendarios. Para poder hacer mejores predicciones, la observación de
la naturaleza, tanto de la astronomía como de la meteorología era fundamental.
En Japón se entendía que los soberanos eran los
intermediarios entre el cielo y la tierra así que el control de los calendarios
era atributo de los mandatarios. En la era Heian, en el año gregoriano de 862,
adoptaron el calendario lunisolar onmyo-reki. Era un calendario que
llegó al archipiélago a través de Corea en donde ya se utilizaba y marcaba los
cambios de las estaciones para facilitar el trabajo agrícola. El año contaba
con 365,25 días, se dividía en ocho secciones generales, estas ocho en tres
cada una con un resultado de 24 términos solares o sekki. Para ser aún
más concretos con los cambios climáticos, estas 24 divisiones se repartían en
otras 72 microestaciones. Para organizar estas divisiones dentro del calendario
solar, se utilizan las fases lunares, así los meses siempre empezaban en luna
nueva y la mitad del mes sería luna llena.
Los cálculos de los calendarios los realizaba el Onmyoryo,
el gabinete de adivinación de la corte de los emperadores en Kyoto y se utilizó
sin apenas ajustes hasta la época Edo, aunque cada vez iba perdiendo precisión.
En esa época, en la corte del shogun vivía un maestro de go aficionado a
la astronomía llamado Shibukawa Harumi (o Shibukawa Shunkai). Tras producirse
un eclipse solar que no había sido predicho por el calendario onmyo-reki comenzó
a hacer ajustes matemáticos sobre otro calendario chino, el Shou-shik,
que tenía una base matemática mucho más sofisticada que el anterior y creó el Jokyo-reki,
que fue adoptado por la corte en 1685. En asta adaptación del calendario
chino, Shibukawa adaptó los nombres de los 72 meses cortos a la climatología y a
la flora y fauna japonesa creando haikus como nombre de cada período.
Tan importante se consideró en su momento la
aportación de Shibukawa Harumi que el shogun lo ascendió a samurai y creo para
él el gabinete de astronomía del shogunato o Tenmongata. La transcendencia
científica es notable ya que los cálculos que se usaron para modificar el
calendario original fueron las primeras observaciones astronómicas sistemáticas
japonesas. A pesar del adelanto, hubo problemas que no pudo resolver como el
reducir las coordenadas eclípticas del sol a coordenadas ecuatoriales.
A partir de ese momento, los dos gabinetes, el de
astronomía del shogun y el de astrología del emperador, trabajaron juntos para calcular
el calendario. El Onmyoryose encargaba de los elementos astrológicos que
se añadían a los cálculos de duración de los meses y eventos astronómicos del Tenmongata.
En años posteriores se fueron introduciendo nuevos instrumentos de medición
y cálculo astronómico y los nuevos conocimientos de la teoría copernicana que
darían lugar a un nuevo calendario que utilizó por vez primera de manera
oficial datos occidentales.
El Jokyo-reki estuvo vigente en Japón con
modificaciones y ajustes desde 1685 hasta 1798. En 1873 se adoptó oficialmente
el calendario gregoriano occidental pero los antiguos calendarios lunisolares todavía
rigen festividades y tradiciones.
Fuentes
Las 72 estaciones del calendario lunisolar japonés
Bartholomew, J. Tokugawa period. pag. 9-48
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