Ir al contenido principal

Objetivo: la Luna

De mi padre he heredado una nave espacial. A veces es roja y blanca, con un damero pintado en su cuerpo, otras veces es blanca completamente, brillante, y la mayor parte de las veces es de acero. En ocasiones intenta ser redonda como la Estrella de la muerte, pero no me gusta demasiado que coja esa forma porque sé que acaba fatal. 

                                                                                                Parte de la colección familiar de naves espaciales

Yo tenía 7 u 8 años cuando mi padre me llevo al cine a ver La guerra de las galaxias y me quedé con la boca abierta ¡vaya naves! Me encantaron esos pasillos blancos de formas geométricas, por los que corrían Luke y la princesa Leia (¿corrían? ¿pero en el espacio no se flotaba por la falta de gravedad?). Las demás películas que había visto hasta ese momento transcurrían en mundos conocidos, en el mar o en la selva, pero no en un espacio oscuro con estrellas lejanas por el que se viajaba a gran velocidad. En ese momento comencé a hacerme preguntas y a mirar al cielo intentando buscar Tatooine, la casa de Luke Skywalker, Alderaan o la luna de Endor. No tuve suerte y no los encontré.

Una imagen se me quedó clavada en la retina unos años más tarde. Eran los primeros ochenta y por fin llegó una tele en color a mi casa. Mi padre la trajo el sábado después de comer. Era la hora de la peli y ese sábado, cosa rara, no tocaba ni de indios, ni de vaqueros, ni de Tarzán, sino una de dibujos animados de Tintín, Objetivo: la luna. Recuerdo que desenchufaron la vieja tele en blanco y negro y tardaron unos minutos en enchufar la nueva y sintonizarla (¡palabra solo de boomers!) y, de repente, cuando se puso en marcha ¡apareció en pantalla el lanzamiento del cohete, blanco y rojo subiendo hacia la Luna! Atesoro la imagen en mi retina y el pensamiento que se me pasó por la cabeza: ¡con esa nave sí se puede ir a la Luna!

En esos años yo seguía con la vista en el cielo y me encantaba viajar en coche por las noches mirando por las ventanillas intentando descubrir luces extrañas (vale, lo confieso, yo lo que quería era ver un OVNI y que me abdujeran como en "Encuentros en la tercera fase") Alguna vez me pareció ver algo raro...pero no me levantó del asiento trasero del Seat 127 ningún halo de luz blanca. Siempre he sido muy inquieta pero lo único que viajaba a la velocidad de la luz en aquellas noches estrelladas era mi imaginación alimentada por series y pelis del espacio.

También en la misma época, una amiga de mi madre se fue a visitar a su hermana a Florida y nos trajo dos regalos. A mi, la niña, un cepillo para el pelo blanco con flamencos y palmeras que aún sigue en casa de mis padres aunque creo que no lo ha usado nadie nunca. A mi hermano, en cambio, le trajeron un librillo sobre el transbordador Columbia que habían lanzado al espacio esa primavera ,comprado en el centro de visitantes de Cabo Cañaveral corría el año 1981. Me encantaba ese librillo con sus fotos de la sala de control, del interior del transbordador...copiaba las insignias de la NASA poniendo un folio sobre las fotografías y luego las coloreaba con las pinturas Alpino. 

Pero, pensándolo bien, de todas las naves mi favorita siempre ha sido la de Tintín. Ya sé que es la menos real, que parece más un supositorio con patas que un vehículo espacial, pero justo por eso me gusta, porque tiene un poder evocador que, para mi, las demás no tienen y esa nave y la película de Star Wars consiguieron que mirara hacia arriba y hacia el horizonte y que pensara que había cosas que aún no conocía pero que quería conocer.

En 2016, durante un viaje a Bruselas por fin cumplí mi sueño. Me encontré con la nave de Tintín. A escala, eso si, pero yo que soy pequeña seguro que cabía (incomoda, pero ¿Quién a dicho que viajar al espacio deba ser cómodo?) Y claro, no me pude resistir y me saqué una foto: ¡es mi momento Æspacial!




Cano, Carlos. Los planetas más importantes de Star Wars                                       ¡yes! It´s meee!

Tintín, Objetivo: la Luna                                                                                   

Encuentros en la tercera fase    

Si te apetece ser astronauta, aquí te puedes informar sobre la selección para la ESA                  

Comentarios

Lo más leído

Annette Laming-Emperaire, gran innovadora en los estudios sobre el significado del arte paleolítico

  Annette Laming-Emperaire fue una arqueóloga francesa de origen ruso que realizó investigaciones innovadoras y trascendentales para estudiar el significado del arte paleolítico. También dedicó gran parte de su vida a la prospección arqueológica de Sudamérica descubriendo en 1975 el fósil humano más antiguo del continente. Nació en Petrogrado, actual San Petersburgo, en octubre de 1917, en pleno estallido de la revolución rusa. Su familia huyó de allí hacia Francia donde se establecieron en París. Annette empezó a estudiar filosofía y biología en la universidad hasta que la Segunda Guerra Mundial le impidió continuar sus estudios. Durante la contienda, se dedicó a la enseñanza y entró en la Resistencia para luchar contra los nazis. Se fue a Alemania para colaborar en la ayuda a los prisioneros en los campos de concentración y allí estaba cuando terminó la guerra. Cuando volvió a París se matriculó de nuevo en la Sorbona, pero esta vez para estudiar arqueología. En 1946 entra a formar p

Neri Oxman: Ecología de materiales para construir el futuro (Retrato alfabético)

  A rquitectura Neri Oxman es una arquitecta , diseñadora, científica y profesora del MIT Media Lab donde dirige un grupo multidisciplinar de investigadores. Sus proyectos de investigación abordan temas relacionados con la construcción y el diseño ambiental. Junto con su equipo realiza proyectos combinando la ingeniería de materiales, la biología, el diseño y la computación, entre otras disciplinas. Ella define su trabajo como Material ecology (ecología de materiales) porque investiga sobre nuevos materiales basándose en la naturaleza y siendo respetuosa con ella, pero desde una perspectiva muy innovadora. Se inspira en los ecosistemas naturales para crear biomateriales que puedan producirse a escala industrial pero que no dejen residuos si no que se biodegraden. Se basa en que, en los ecosistemas, la materia de cada organismo que lo compone alimenta el ciclo de vida de otro, no hay desperdicio porque todo tiene un valor y una función. Esta noción de ciclo natural donde todo sirve

El buen uso de la ciencia. Fritz Haber y Clara Immerwahr

La historia de la familia Haber es una historia que habla del bien, del mal y de la química. No de la química entre el bien y el mal, ni de la que hubo entre los dos personajes principales, que también podría ser, si no de la química como ciencia capaz tanto de salvar como de acabar con las vidas de millones de personas. Clara Immerwahr y Fritz Haber nacieron con dos años de diferencia (1870 y 1868) en Prusia. Ella era la hija pequeña de una familia de granjeros y él pertenecía a una antigua y conocida familia de comerciantes judios de Breslau (actual Worclaw, en Polonia) a pocos kilómetros de donde la familia de Clara tenía sus tierras. Ambos tenían inquietudes científicas, en concreto les apasionaba la química. En el caso de Fritz, esto no supuso ningún problema para su pudiente familia que lo envió a Berlín a la universidad, ya que pensaban que cursando estos estudios podía ayudar en el negocio familiar que era el comercio de tintes. Clara, en cambio, lo tuvo más complicado, ya que,

“Se ha perdido mucho tiempo en no relacionar los problemas medioambientales con la salud de las personas” Entrevista a Cristina Linares y Julio Díaz @Ensgismau

El cambio climático es uno de los problemas más complejos a los que se ha enfrentado la humanidad. Comunicarlo y lograr que la ciudadanía sea consciente de su magnitud y de cómo nos afecta es una labor dificil. Cristina Linares y Julio Díaz son investigadores de la Unidad de referencia en cambio climático, salud y medio ambiente dentro del Instituto Carlos III. Investigan sobre cómo la emergencia climática nos afecta directamente a nuestra salud y lo cuentan desde 2015 a través de su cuenta de Twitter @ensgismau y por medio de publicaciones divulgando sus investigaciones y charlas en distintos foros. Hablamos con ellos sobre salud, emergencia climática, educación ambiental y divulgación científica. Dentro de la Unidad de referencia en cambio climático, salud y medio ambiente del Instituto Carlos III donde trabajáis investigáis temas relacionados con la salud y el cambio climático. Son temas complejos de explicar a la ciudadanía, a personas no cercanas a la ciencia ¿Qué herramientas

Los monólogos de divulgación científica y la historia de la ciencia. El ejemplo de Naukas Bilbao 2022

Cuando se hace historia de la ciencia (o de las ciencias, que de eso ya hablamos antes ) siempre aparecen más preguntas que respuestas. Hablar de cómo ayuda a entender el ejercicio de la historia al desarrollo de las distintas ciencias puede ser tan complejo como las propias disciplinas objeto de su estudio. Esto se debe, sobre todo, a que cuando hacemos historia de algo estamos construyendo a la vez el propio objeto de nuestro estudio. Toda persona tiene su propio contexto: su familia, su lugar de origen, cultura, educación, creencias religiosas o ausencia de ellas, idioma en el que se comunica…y a partir de estas bases se relaciona con el mundo. Cuando alguien hace historia, mira al pasado desde su propio contexto y desde la época que le toca vivir y relata los hechos bajo el sesgo de su cultura, sus necesidades, y desde sus propios objetivos. Seleccionamos el pasado que queremos en función de nuestro presente, usamos las fuentes de manera presentista, siendo conscientes o no de el