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¿Historia de la ciencia o de las ciencias?


La historia de la ciencia es una disciplina relativamente joven que estudia y describe mediante métodos historiográficos el desarrollo y la evolución de las ideas y descubrimientos científicos. George Sarton, considerado el padre de esta disciplina, veía como la ciencia moderna había avanzado tanto que se había especializado muchísimo y cada una de las disciplinas se estudiaban separadas las unas de las otras e, incluso, avanzaban ajenas y al margen de la sociedad, pero el concebía la historia de la ciencia como un elemento que serviría para que los científicos pudieran saber de dónde venían, su historia común.

En la actualidad es difícil encontrar a personas que trabajen o investiguen en varios campos y la profundización en aspectos específicos y concretos prima en el terreno científico. Así, se da la situación de que una persona experta en algo muy concreto en un campo, no lo es en el resto de los saberes de su disciplina. En esta atomización y especialización actual de los conocimientos, la historia de la ciencia puede ayudar, dice Sarton, como elemento cohesionador que estudiaría su historia común, aportando así un contexto que explicara el origen y el desarrollo de las distintas disciplinas siguiendo la estela de su evolución, estudiando sus leyes y principios, las relaciones entre los distintos saberes y tomando en cuenta la sociedad en la que se produjeron.

Hasta el siglo XX las divisiones entre los distintos campos del conocimiento humano no estaban tan parceladas como en la actualidad. Los sabios de la antigüedad intentaban entender el mundo a través de la astrología, las matemáticas o la física, pero también desarrollaban otros saberes paralelamente como la filosofía o, incluso, la literatura u otras artes. Hasta bien entrada la Edad Moderna los científicos no lo eran de una sola disciplina normalmente sino de varias. De ahí que cuando se habla de ciencia, sin ponerle ningún apellido, entendamos que nos referimos al conjunto de todas ellas o, por lo menos, a las experimentales.

Que unas ciencias influyan en otras es un continuo durante la historia de la humanidad. No existe un momento “eureka” aislado en el que un descubrimiento surge en la mente de un sabio, los descubrimientos siempre son fruto de trabajos anteriores. Sobre esto, recordemos la famosa frase de Isaac Newton cuando fue preguntado cómo había llegado a descubrir las propiedades de la luz; Newton contestó que lo había hecho porque “había viajado a hombros de gigantes” refiriéndose a todas aquellas personas que, antes de él, habían experimentado y trabajado poniendo las bases de conocimiento que después podría desarrollar.

En el mundo el conocimiento no se presenta aislado y todos los saberes están relacionados de una manera y otra por lo que estudiar la historia de la ciencia y no de las ciencias aportará solidez y unidad. Podemos observar la naturaleza de manera parcial, dependiendo de la disciplina que elijamos, pero no dejará de ser una observación de una parte y no del conjunto.

Pero, ante el actual desarrollo científico los hay, como P. Galiston, quienes prefieren hablar de ciencias y no de ciencia ya que renuncian a estudiarlas unificándolas en modelos generales puesto que siempre han sido muy heterogéneas y ese aspecto se ha exacerbado hoy creando más distancia entre unos saberes y otros.

No obstante, las visiones caleidoscópicas y generalistas son muy válidas aún si entendemos la historia de la ciencia como una disciplina muy compleja, tanto como el sujeto de su estudio y la consideramos como cualquier otra disciplina histórica que estudia el devenir de una comunidad concreta (la científica) desde su origen hasta la actualidad, relatando y poniendo en contexto sus características sociales, sus ideas y los acontecimientos más relevantes.

 Fuentes

Pesset, J.L. (2009) Casi cien años de historia de la ciencia (o de las ciencias) Asclepio. Revista de Historia dela medicina y de la Ciencia  vol.LXI, nº 2

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