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"Era una maravillosa mañana de agosto cuando vio la soleada Wachau de nuevo..."

El agente de la unidad antiterrorista austríaca Cobra subió al helicóptero con el maletín esposado a su muñeca. El bulto era ligero. La pequeña figura que contenía estaba asegurada por una cama de espuma que la protegía de cualquier golpe. No es que el material del que estaba hecha fuera frágil, pero era necesario evitarle cualquier tipo de roce que pudiera dañarla. Antes de volver a Viena desde Sankt Pölten el helicóptero haría una escala en un pequeño pueblo de poco más de 150 habitantes. Cuando aterrizaron un numeroso grupo de gente curiosa y periodistas presenciaron la bajada del agente custodiando el maletín. Al militar, la responsabilidad le pesaba mil veces más que la valija por eso cuando la abrieron y las miradas expertas comprobaron que la pieza había llegado en perfectas condiciones sintió una sensación de levedad. Allí estaba, expuesta en una vitrina, de vuelta a la localidad donde la habían hallado cien años antes. En el pequeño expositor se presentaba la estatuilla de una

Las cartas de Sabiondus Hermeticus a su discípulo Tomás

  ¿Es posible hacer arqueología de las ideas? Posible es, aunque muy laborioso porque se necesita documentar los cambios y las ligeras variaciones que llega a haber entre los viejos modelos de pensamiento y los nuevos. Hay veces que tenemos suerte y podemos localizar documentos que nos ayuden a entender esos flujos de ideas del pasado y sus sutiles variaciones. En unos recientes trabajos de restauración en el monasterio de la Virgen del Santo Cosmos del Perihelio en Solar de la Estrella, se han localizado unas cartas entre el Maestro Sabiondus Hermeticus, monje erudito de la abadía, y su discípulo Tomás González que están siendo analizadas por un grupo de investigación experto en paleografía e historia. Estas misivas están aportando mucha luz sobre un controvertido tema: la relación que se establecía en la Edad Moderna entre los sabios herméticos y alquimistas y los estudiosos de la filosofía natural y sus prácticas tecnológicas. Reproducimos aquí dos de esas cartas, una del discípul

La gran fiesta de la prehistoria

“Señor delegado del ministro, señoras y señores, hace siete años exactos que un grupo de amigos, curiosos de las ciencias e interesados por el origen de la humanidad nos reunimos bajo la presidencia del eminente Emile Riviere para fundar la Sociedad Prehistórica de Francia. En ese primer momento éramos solo sesenta y dos miembros y hoy, tras años de duro trabajo, somos ya cerca de quinientos. ¡Quinientas mentes inquietas puestas al servicio de la búsqueda de las raíces humanas! La gran diversidad de los saberes de las personas que conforman nuestra sociedad denota el interés que los estudios de la prehistoria despiertan en la Francia de nuestros días. Naturalistas, anatomistas, médicos, arquitectos e incluso notarios, junto a quienes estudian la paleontología, aportan distintas visiones complementarias a nuestra ciencia.  Esta noche nos reunimos para celebrar que, después de un riguroso examen de la documentación que presentamos, el 28 de julio de 1910 el Consejo de Estado y el Preside

Ecoansiedad

Cierro el grifo del agua al enjabonarme pero no parece suficiente.  Seco mi ropa al viento pero no parece suficiente. Voy andando y me muevo en autobús pero creo que no es suficiente. Siempre llevo una bolsa de tela pero creo que no es suficiente. Apago las luces cuando no estoy en un cuarto pero creo que no es suficiente. Mi móvil tiene más de cuatro años pero creo que no es suficiente. Uso, uso y vuelvo a usar todo lo que tengo y lo reparo antes de tirarlo pero creo que ni así es suficiente. Compro cerca de mi casa productos Km 0 pero no siento que sea suficiente. Solo pongo la calefacción si es necesario pero no siento que sea suficiente. Voy con mi botella reutilizable a cuestas pero no me parece suficiente. Separo las basuras pero nunca siento que sea suficiente.  Como más verduras que carne pero siento que no es suficiente. Ya no me compro ropa pero sé que no es suficiente. Uso el papel por las dos caras pero ya no es suficiente. Odio los microplásticos. Odio el CO 2 . Odio los a