Ir al contenido principal

Entradas

Zoonosis: las enfermedades que nos acechan

Según los expertos "el 70% de todas las enfermedades de las personas provienen de animales."   Las zoonosis son enfermedades que tienen su origen en los animales y que están producidas por bacterias, virus, hongos, parásitos o agentes no convencionales que se pueden transmitir a las personas. Algunas de ellas son tratables se curan con la medicación adecuada, incluso para algunas existe vacuna, pero otras no tienen tratamiento y pueden llegar a ser muy peligrosas por sus secuelas e, incluso, tener una tasa altísima de mortalidad. Se conocen más de 200 enfermedades zoonóticas y se calcula que afectan a unos 2600 millones de personas al año. Estas enfermedades no son algo nuevo. Aristóteles en el siglo III A.C. ya hablaba del muermo, zoonosis que afecta  a los equinos y se contagia a los humanos. En la actualidad, con el  aumento de población humana y la destrucción de ecosistemas y su consiguiente pérdida de biodiversidad estas enfermedades cada vez se están volviendo más p

Más vale prevenir que lamentar

La esperanza y la calidad de vida de los seres humanos han mejorado mucho en los últimos 300 años. El interés que se despertó por la higiene y la prevención de las enfermedades a partir de la Ilustración tuvo su momento álgido con el descubrimiento de la vacuna de la viruela por E. Jenner en 1796. Gracias al posterior desarrollo de vacunas para prevenir otras enfermedades infecciosas y de antibióticos para curarlas la esperanza de vida aumentó y la mortalidad infantil disminuyó.  Sobre esto que acabo de contar no hay ninguna duda y convivir con ellas nos parece normal y beneficioso a la mayoría, pero pongámonos en la cabeza de mi amigo Pitxu que no lo tiene del todo claro esto de las vacunas. Amante de lo natural, prefiere que su cuerpo luche como una legión romana contra cualquier patógeno que le ronde porque "ha oído" o "le han dicho" que las vacunas no son seguras. Según le cuentan sus colegas, "si te pones vacunas tu sistema inmunológico se atonta y ya no p

Microbios con nombre y apellidos

 A los seres humanos nos encanta catalogar y poner nombres. Es una forma estupenda de sentir que se controlan las cosas, que se sabe qué son. Lo hacemos con todo. Cada persona tiene, dependiendo de en la cultura en la que viva, un nombre que sirve para colocarla dentro de un grupo determinado de esa sociedad. Por nuestros nombres y apellidos se puede saber de dónde provenimos y quienes son nuestros familiares. Aquí, por ejemplo, seguimos un uso de apellidos familiares: todas las personas que llevan el mismo apellido provienen de una misma familia original. En otros lugares y momentos como en la Suecia del siglo XVIII los apellidos se formaban según el sistema patronímico que consiste en llamar a las hijas e hijos con el nombre del padre y un sufijo masculino (-son) o femenino (-dotter) detrás. Si el padre se llamaba Anders los hijos tendrían por apellido Andersson y las hijas se apellidarían Andersdotter. Pero, ¿por qué te cuento esto si quiero hablar de microbios? Pues porque para con

¡He visto la luz! Autopsia de una factura

 Sí, ¡al fin! He visto la luz. No es que antes de esto estuviera ciega o metida en alguna cueva. Tampoco es que que haya descubierto la piedra filosofal, pero he visto la luz. Más concretamente, he visto LA FACTURA de la luz. Bueno, no solo la he visto si no que me ha tocado desmenuzarla y estudiarla a cachitos cual  Jack el Destripador. Tengo que decir que no es la primera vez que le echo el ojo a esta factura, pero siempre me ha parecido que ella y yo hablamos dos idiomas distintos y no nos entendemos del todo. Aparecen un montón de numeritos y multiplicaciones por días, kw, potencias punta y potencias valle, peajes de transporte y distribución, alquileres, impuestos... ¡y otros impuestos!, códigos CUPS, segmentos tarifarios... Un mareo de datos en dos páginas con una bonita gráfica de barras con tres colorcitos que asusta por su altura en invierno y te alivia, porque es más bajita, en verano. Una sobreinformación para mi cabeza que hace que solo me fije en dos cosas: cuánto me han c