La llama de la antorcha iluminaba el espacio con sombras bailonas.
El pasadizo se hacía más angosto por momentos y las dos paredes rozaban ya sus
hombros. Cuando lo recorrió por completo llegó a un lugar más amplio en el que
cabían varias personas, pero no se quedó allí y se dirigió hacía una abertura
en la roca. Apoyó la antorcha en las piedras preparadas para eso y sacó de su
zurrón de piel la bolsa con el tuétano envuelto en hojas. Rellenó la piedra que
solía servirles de lámpara con el tuétano y lo prendió. Alumbrándose con la
lámpara penetró a gatas en la grieta hasta llegar al camarín, una sala de algo
más de altura y en la que cabían tres personas sin dificultad. Fue paseando la luz
por las manos que cubrían la roca. Algunas eran manos rojas marcadas después de
pintarse la palma, otras eran espacios rodeados de pigmento rojo. Pensó en
todas las personas de generaciones anteriores que habían estado allí antes que
ella haciendo lo mismo que ella iba a hacer ahora. Tomó aire, se sentó en el
suelo y del zurrón sacó dos bolsas, una pequeña calabaza y la caña de una
pluma. Preparó todo en el suelo y cogió unos hongos secos de una de las bolsas,
los masticó despacio y comenzó a canturrear. Con el polvo de los trozos de ocre
que iba machacando con dos piedras fue llenando la calabaza y empezó a sentir que
su cuerpo comenzaba a dejar la realidad. Puso a un lado la calabaza con el
pigmento y se incorporó en el único lugar donde podía hacerlo y comenzó a dar
vueltas sobre sí misma y a cantar más fuerte. Las manos que aparecían pintadas
en la roca bailaban con ella. Manos de antepasados remotos de su estirpe y su
especie y de quienes no eran su especie. Seguía cantando y dando vueltas y las
manos le daban rítmicamente la bienvenida al mundo invisible de las almas. Cuando
sintió que debía hacerlo, cogió la caña, la dobló hasta casi partirla y la
introdujo como una v en la calabaza. Con la caña en la boca y la calabaza en la
mano, puso la otra mano sobre la roca con los dedos abiertos y sopló sobre ella
el ocre. La mano desapareció del mundo de los vivos para hacerse una con la
pared de la cueva. Acababa de entrar en el mundo de las ideas y los espíritus.
Fuentes
VV. AA. (23 de
febrero de 2018). «U-Th dating of carbonate crusts reveals Neandertal origin of Iberian
cave art». Science
Clottes, J. y Lewis-Williams, D. Los chamanes en la
prehistoria Ed. Ariel 2001 Barcelona
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