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Luna, lunera



Ya los sabios griegos encontraron la correlación entre los ciclos de las mareas y la Luna, aunque no fue hasta el siglo XVII cuando Isaac Newton ofreció la explicación actualmente aceptada del fenómeno. Tanto el Sol como la Luna ejercen una fuerza de atracción gravitatoria sobre la Tierra. En el caso de las masas sólidas, esta fuerza no es evidente, pero sí que se hace visible sobre las aguas de los mares y océanos que se retiran o suben cada doce horas según la traslación de la tierra y su proximidad a la Luna.

Esta relación entre la Luna y la Tierra, centrándose en los ciclos climáticos fue estudiada por Milutin Milankovitch en la primera mitad del siglo XX. Describió los efectos sobre los climas de tres parámetros que van cambiando a lo largo del tiempo de manera cíclica debido a las fuerzas gravitatorias entre los objetos del sistema solar. Si la órbita de la Tierra alrededor del Sol fuese circular, si el Sol estuviera justo en el centro geométrico de esa órbita y si la inclinación del eje fuese siempre la misma no habría cambios climáticos importantes por la diferencia de insolación. Pero esto no es así, ni la órbita es del todo circular, ni el Sol está justo en el centro ni la inclinación del eje es siempre igual por lo que todas estas pequeñas irregularidades llevan a ligeros cambios en la radiación que recibe la Tierra del Sol. Si la Luna no ejerciera su atracción sobre la Tierra la inclinación del eje de rotación sería mayor y las estaciones más acusadas. Este movimiento hace que, cada 25.771 años, de una vuelta completa y los polos se inviertan. Los estudios de Milakovic pudieron ser confirmados a partir de los años sesenta, cuando se desarrollaron las escalas paleo térmicas se comprobó que los cambios climáticos cumplen las oscilaciones previstas por esta teoría.
La vida en la Tierra sería muy distinta si no existiera la Luna. Los días serían más cortos y los climas más extremos. El aumento de la velocidad de rotación al no tener ninguna fuerza que la frenara haría que se levantasen vientos huracanados. La vida en la Tierra cambiaría radicalmente ya que ni aves, ni insectos podrían sobrevivir y las plantas y otros animales presentarían características adaptadas a las condiciones. Sin las mareas lunares, solo el Sol produciría mareas y su fuerza es mucho menor al estar más lejano.

Esta noche, cuando mire al cielo, agradeceré a la Luna su presencia silenciosa y constante y pensaré en lo diferente que sería todo si no estuviera cerca.

 La historia de la Tierra, al ritmo de los ciclos de Milankovitch

No, no hay evidencias de que las fases o movimientos de la luna afecten a la agricultura. Maldita.es

Ciclos de Milankovitch

Arsuaga, Juan Luis; Martinez, Ignacio; La especie elegida. la larga marcha de la evolución humana 1998 Temas de hoy


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