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La resistencia de las palabras

Esta es la historia de un chico normal. Tan normal como cualquiera. Un pequeño que jugaba, corría, se reía ruidosamente y protestaba y lloraba moqueando cuando se enfadaba con los demás niños. Aprendió a hablar cuando le tocaba, a leer cuando debía, a decir “no” y “sí” como si fueran llaves para abrir el mundo, a tomar decisiones buscando su sitio. Tenía amigos en la escuela, en el pueblo, disfrutaba como cualquier otro chaval…todo normal, hasta que dejó de oír. Fue sutil, casi traicionero, ocurrió en la adolescencia. A l principio pensaron que eran tapones, alguna inflamación leve por un catarro reciente, p ero la cosa no mejoraba tras la medicación. Pensábamos que “pasaba de todo”, al fin y al cabo era un adolescente y esta edad no se caracteriza por hacer demasiado caso a sus mayores. Pero después vino la lengua, que empezó a enredarse con sus propias palabras, porque estaba más grande y más torpe. Los sonidos ya no le llegaban claros, y él ya no podía articularlos como hacía antes....
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Una caja para la curiosidad

Siendo sincera consigo misma, María pensó que no necesitaba otros zapatos. Volvió a mirar el cuero marrón y la sencillez de sus formas y notó que empezaba a sentirse arrepentida por la compra. En el zapatero de su casa había varios pares y, aunque ninguno era nuevo del todo, tenía que admitir que aún estaban en buen uso. “No ha sido solo por la caja. No me he comprado unos zapatos solo por una caja de cartón, ¡qué tontería!”-se dijo. Pero en el fondo sabía que se engañaba y que su compra estaba motivada por la C. Necesitaba una segunda caja para la C. Llevaba varios años pidiendo a familiares y amigos que le guardaran sus cajas de zapatos y ya tenía las 27 que le habían hecho falta hasta entonces, pero quería una más. Hacía tiempo que ya nadie le traía ninguna y la necesidad la apremiaba. Tenía las cajas apiladas en cinco montones, cada una con una letra, colocadas por orden alfabético, en un rincón del salón. Así era fácil moverlas y abrirlas cuando tenía que incluir una nueva ficha y...

Células HeLa: ejemplo de cómo las mujeres somos aún invisibles para la medicina

Henrietta Lacks fue una mujer afroamericana que murió en 1951 de cáncer de útero. Su enfermedad y muerte podría haber sido una más entre tantas otras, pero el caso de Henrietta es especial. Los doctores que la atendieron en la clínica Johns Hopkins de Baltimore tomaron una biopsia de sus células tumorales sin su consentimiento y las cultivaron en el laboratorio donde encontraron que se podían reproducir sin problemas in vitro, siempre que se las alimentara. A partir de estas células se creó la primera línea celular humana y la más usada para investigación. A estas células las llamaron por las iniciales de la mujer, HeLa, y han sido utilizadas para investigaciones cruciales como el descubrimiento de la vacuna de la polio o el hallazgo del virus de VIH. Pero, a pesar de la enorme importancia y beneficios del uso de las células HeLa, este caso es un ejemplo de la invisibilidad de las mujeres en la medicina ya que en ningún momento se tuvo en cuenta que Henrietta pudiera ser consultada pa...

¡Triste herencia!

Cada mañana, antes de que el sol calentase demasiado, el pintor se acercaba a la playa. La sombra del canotier sobre su cara le permitía observar sin que la luz le deslumbrara los siempre cambiantes azules y blancos. Sentado en la arena, acariciado por la brisa y con la espalda caliente por el sol, dibujaba. En su cuaderno aparecían bocetos con los caracoleos de la espuma de las olas y la luz de los cielos azul claro manchados por nubes. Eran apuntes que luego le servían para componer los lienzos en su taller. No lejos de la orilla había una barca pintada de verde y rojo con dos pescadores lanzando las redes. A pesar de que la distancia no le permitía distinguir demasiado bien los detalles, la estampa le servía para tomar notas para su próxima composición. Trazó la línea del perfil del esquife y cuando comenzaba a esbozar las figuras unas voces infantiles le apartaron de su concentración. Los niños se acercaron a la orilla y los que llegaron primero comenzaron a desvestirse. Eran unos ...